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El 20 de julio o la revolución civil

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Augusto Trujillo Muñoz
22 de julio de 2022 - 05:30 a. m.
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Ciertamente el 20 de julio de 1810 no fue el Día de la Independencia. Se reunió un cabildo abierto, como ya había ocurrido en el pasado, pero ahora la inconformidad social encontró estímulos nuevos en el hecho de que Napoleón invadió la península ibérica y apresó a su rey. Tanto en España como en América surgieron juntas autónomas en rechazo al asaltante francés, las cuales ejercerían el gobierno mientras el rey estuviera cautivo y hasta tanto pudiera volver a asumirlo.

Camilo Torres, el Sabio Caldas, Acevedo y Gómez, José María Carbonell, Frutos Joaquín Gutiérrez, Jorge Tadeo Lozano y no pocos dirigentes más tenían bien racionalizado el malestar de los neogranadinos desde los días de la insurrección comunera, pero también los sonidos modernizadores de la Real Expedición Botánica. El nombramiento de peninsulares en los cargos de importancia generaba descontento en los criollos, a quienes se les negaba ese derecho. Todos estos factores provocaron la convocatoria del cabildo, del cual emergió la designación de una Junta de Gobierno que mantuvo la lealtad a la Corona.

Entre 1809 y 1811 se reunieron cabildos abiertos en diversos sitios de América del Sur para promover juntas y gobernar en nombre del rey cautivo, a quien comenzaron a llamar “el deseado”. En ninguno de esos cabildos se declaró la independencia, todos expresaron su fidelidad al rey, pero su rechazo a los abusos de los gobiernos coloniales. Además de la nombrada en Santafé, hubo juntas en Cartagena, en Pamplona, en Tunja y luego otras en Neiva, Quibdó y Mariquita. En algunos sitios se nombraron juntas de común acuerdo, entre varios cabildos de la provincia.

Como lo anota el profesor Antonio García, el 20 de julio de 1810 no se hizo con ejércitos sino con cabildos. Para el maestro Darío Echandía, los granadinos ya habían aprendido en Francisco Suárez que el gobierno se funda por un contrato entre el pueblo y el gobernante, idea que hundía su raíz en el Medioevo ibérico. El historiador Álvaro Tirado Mejía, por su parte, sostiene que 1810 trajo consigo una concepción republicana, pero que el término independencia no tenía la connotación política que adquirió después. Es más, el Acta del Cabildo del 20 de julio no proclama la independencia de España. Pide, eso sí, a la Junta de Gobierno redactar un Constitución que “afiance la felicidad pública”.

Con razón el jurista Mauricio González Cuervo sostiene que el 20 de julio no es el Día de la Independencia sino el Día de la Constitución: Colombia nació en medio del derecho y se propuso construir su primera república a partir de la autonomía de sus provincias. Eso imprime carácter. La representación reposaba por igual en los cabildos, de manera que el más pequeño de todos tendría la misma importancia política del más grande. Ese fue el criterio de Camilo Torres, quien quiso un Congreso federativo, que parecía estar más cerca del modelo autonómico hispano que de la federación norteamericana. En todo caso, lo que hubo el 20 de julio fue una gigantesca movilización civil, en torno a un cabildo provincial, que fue capaz de someter el poder político a normas jurídicas. Eso, en 1810, es toda una revolución.

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