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El fin de “Semana”

Augusto Trujillo Muñoz

12 de noviembre de 2020 - 10:00 p. m.

Colombia ha sido, históricamente, un país de intelectuales, o de juristas, o de políticos, o de periodistas. Muchos compatriotas ilustres fueron las cuatro cosas al tiempo, sobre todo en el siglo XX. En la generación del Centenario, en la de Los Nuevos, en la del Frente Nacional, incluso en generaciones posteriores hubo importantes hombres de ideas y de acción cuya vida transcurrió en medio de esas disciplinas.

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Hace unos cien años Alfonso López Pumarejo, Eduardo Santos y Laureano Gómez, entre otros, propiciaron una tendencia con la cual estimularon la conciencia jurídica y consolidaron la vocación civil de un país que venía de otros cien años de guerras. Luego llegó el testimonio vivo de los Lleras, Echandía, Gaitán, en el liberalismo, y de José de la Vega, Alzate Avendaño, Belisario Betancur, en el lado conservador. En esa misma línea, dos grandes figuras ejercieron tales oficios en la segunda mitad del siglo XX: Alfonso López Michelsen y Álvaro Gómez Hurtado.

El maestro Darío Echandía fundó, desde el gobierno, la Revista de las Indias, que luego cobró dimensión internacional bajo la égida de maestro Germán Arciniegas. Fue una revista de Colombia para América, que albergó el más conspicuo pensamiento continental. En 1946, Alberto Lleras fundó la revista Semana. Durante su primera época fue dirigida también por los periodistas Alberto Zalamea y Juan Lozano y Lozano. Esa era la dimensión de quienes creían que desde las páginas de una revista se manejan ideas y no solo intereses. Las revistas eran, pues, vehículos idóneos para formar opinión e inducir a una práctica clave en cualquier sociedad moderna: el oficio de pensar.

Desaparecida durante años, Semana fue refundada en el año 1982 por Felipe López Caballero. Antes de una década la había convertido en unas de las mejores del continente. Por eso había conquistado un sitial de honor en la historia del periodismo colombiano. Pero el siglo XXI trajo consigo otras maneras de ver el mundo. La centuria anterior asumía el periodismo al servicio de todos, así partiera de una visión particular, partidista o doctrinaria. La actual, en cambio, encerró a los medios —y al periodismo— en la trampa sutil de los negocios. El periodismo está dirigido al servicio general, pero pensado en términos de obtener poder político para consolidar el poder económico.

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“La gente no milita hoy en partidos políticos sino en medios de comunicación” dijo el pensador español Manuel Castells. Quien decide sobre el manejo de los medios no es un periodista sino un empresario. Pero ni siquiera es un empresario de los medios sino del sector financiero, que es un sector especulativo. Por supuesto, existen empresarios de empresarios, según lo muestran historias como la de John Kennedy o la de Donald Trump. Pero una cosa es la aristocracia económica y otra la plutocracia política. Al parecer, la revista Semana viene transitando de aquella hacia esta. Es dramático: el mundo necesita recuperar el principio solidario y la relación entre Estado de derecho y economía de mercado sobre un enlace social, o la democracia se seguirá evaporando hasta su muerte. Como en la frase del pensador alemán Ulrich Beck: “Aquellos a los que hemos elegido no tienen poder, y a los que tienen poder no los hemos elegido”.

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@inefable1

* Presidente de la Academia Colombiana de Jurisprudencia.

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