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Fascismos, comunismos y anglosajones

Augusto Trujillo Muñoz
17 de mayo de 2024 - 05:00 a. m.

El siglo XX presenció dos grandes guerras mundiales, una prolongada ‘guerra fría’ y múltiples guerras internas e internacionales. En su mayoría, fueron inspiradas por el mundo anglosajón. Los ingleses hacen la guerra en Europa desde la Edad Media: contra Francia, contra España, contra el Papa, contra América Ibérica. La hicieron con ejércitos, con piratas, con propaganda invasiva y dañina. Por su parte, Estados Unidos la hace desde que formuló la doctrina del destino manifiesto. Es el único país del mundo que utilizó la bomba atómica en una guerra.

En la segunda posguerra, Europa sintió necesidad de paz. Seis de sus países -Francia, Italia, Alemania, Bélgica, Holanda y Luxemburgo- decidieron impulsar una institucionalidad nueva, que hoy se conoce como Unión Europea. La Constitución italiana de 1947 y la española de 1978 enmarcan un importante período de progreso en materia de desarrollos democráticos, fortalecimiento del Estado de Derecho y progresos en el orden jurídico internacional. Mientras tanto, el colapso de los fascismos y de los comunismos ofreció esperanzadoras opciones para avanzar en logros como los antes mencionados.

El talante anglosajón impuso otras reglas. La dupleta Reagan-Thatcher no privilegió los equilibrios sociales ni la solidaridad humana, sino la ley del más fuerte. Su principal resultado fue el Consenso de Washington, con el cual se articuló la globalización y se desarticuló la capacidad del Estado para administrar, ponderar cargas y gestionar provisión de bienes y servicios. Sin embargo, con la crisis financiera de 2008 y la pandemia del 2020 aparecieron nuevas y graves urgencias. El consenso de Washington empezó a relativizarse y sus metas a palidecer. Experimentados líderes de distintos continentes expresaron que el mundo jamás volvería a ser el mismo. Pero los anglosajones y, en general el primer mundo, desestimaron tales asertos y encontraron innecesario cualquier cambio de reglas.

En 2021, Davos sugirió la necesidad de repensar políticas y el mismísimo G7 también, en lo que llamó Consenso de Cornwall; el propio Francis Fukuyama dijo en 2022 que Reagan y Thatcher fueron demasiado lejos al socavar todo tipo de acción del Estado, con efectos bien conocidos en materia de vigencia de derechos, desigualdad y normas internacionales. Probablemente ni Davos, ni Cornwall, ni Fukuyama recuerdan ya aquellos llamados de emergencia, pero estamos en un punto de inflexión histórica, de cambio paradigmático, de metamorfosis que el mundo anglosajón parece no reconocer.

En consecuencia, las guerras siguen siendo pretexto para hacer respetar los mapas artificiales sobre las geografías verdaderas: en Palestina, desde 1948; en Ucrania desde 2022; en Nagorno-Karabaj desde 2023; y guerras civiles en Siria, en Yemen, en Etiopía. Además, hay amenazas que anuncian guerras abonadas por el odio irracional y el lenguaje violento que abunda en todas partes. ¿Cuál es el futuro global si los anglosajones siguen mostrando personajes como Trump, un hombre refractario a la democracia, o como Sunak, un líder de estirpe india, enemigo de las migraciones? A veces parecería que los fascismos y los comunismos no hubieran colapsado, y a veces que el mundo anglosajón, otra vez, esté empujando al planeta a utilizar la guerra como la continuación de la política por otros medios.

 

Rafael(27300)19 de mayo de 2024 - 02:06 p. m.
Que buen repaso de historia con análisis, gracias otra vez dr. Augusto
jose(lr3j3)18 de mayo de 2024 - 06:23 p. m.
Augusto,buen tratamiento del tema .
Héctor(20578)18 de mayo de 2024 - 04:04 p. m.
Recuerdo del actuar sanguinario de los anglosajones. Ya no mandan. Están en decadencia irreversible.
Hincharojo(87476)18 de mayo de 2024 - 03:17 p. m.
Muy interesante columna.vendrán tiempos difíciles para el mundo.
ALVARO(28865)18 de mayo de 2024 - 01:37 p. m.
Liberales y conservadores se perdonaron mutuamente la Violencia bipartidista, se unieron e iniciaron una nueva guerra, esta vez contra la izquierda. Uribe Vélez y Vargas Lleras son los continuadores de semejante error. El odio a Petro es un reflejo del que le tuvieron al Gaitán que asesinaran en 1948.
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