Los colombianos mayores de 65 años tienen el transporte ferroviario entre sus más gratos recuerdos de infancia. Jorge Arias de Greiff, ingeniero, astrónomo e historiador colombiano, escribió un interesante texto de fácil consulta vía Internet, donde narra cómo el primer ferrocarril de Colombia se construyó en Panamá, poco tiempo después de haberse inaugurado en Inglaterra el primero del mundo. Aquella línea conectó los dos océanos y fue concluida en 1855.
El presidente Manuel Murillo Toro trabajó la idea de construir una vía férrea que conectara a Buenaventura con Bogotá y otra a Bogotá con el mar Caribe. Simultáneamente, los estados de Antioquia, Bolívar y Cauca, entre otros, buscaron la conexión férrea de sus principales ciudades con el río Magdalena o con el mar. El mismo texto ya referido dice que a Pedro Nel Ospina se debe “lo que pudo ser el planteamiento de una red ferroviaria nacional al presentar al Congreso una Ley de Ferrocarriles, Ley 102 de 1922, que le facultaba para hacer un empréstito por 100 millones de dólares para cumplir sus proyectos ferroviarios”. El sistema financiero mundial no respondió bien a las solicitudes de Colombia.
Aquel proyecto ferroviario se centró en la construcción de tres importantes troncales: “Una de ellas comunicaría a la capital con el puerto de Buenaventura, enlazando los ferrocarriles de la Sabana y Girardot con el tramo de esta ciudad a Ibagué, con el paso de la cordillera Central por un túnel, el de ‘La Lora’, y en seguida por la conexión de Armenia con Cartago y así enlazar con el Ferrocarril del Pacífico y llevar esa troncal hasta Buenaventura”. Las otras dos troncales serían la de Occidente que por el valle del río Cauca conectaría a Pasto y Popayán con Cali y Cartago, y la de Oriente para enlazar a Bogotá con Tunja, Sogamoso, incluso Bucaramanga para llegar a Puerto Wilches y, finalmente, a Santa Marta.
En esos tiempos, el país supo darle al tema ferroviario la importancia que merecía y entregó a los departamentos el desarrollo de algunas obras que se adelantaron hasta la década de los treinta. Los proyectos específicos tuvieron éxito y aún se recuerdan, por ejemplo, el Ferrocarril de Antioquia, el ferrocarril Ambalema-Ibagué ‘Ambafer’ y los ferrocarriles de Cundinamarca que bajaban hasta el Magdalena grandes volúmenes de carga. Colombia llegó a tener una red ferroviaria aproximada de cuatro mil kilómetros.
Hacia la mitad del siglo, el gobierno creó los “Ferrocarriles Nacionales de Colombia” con el objeto de integrar en una sola empresa estatal la propiedad y el funcionamiento de las redes departamentales existentes. Aquella centralización para algunos fue un error, pero funcionó bien durante tres décadas. Su colapso fue consecuencia de causas diversas, entre ellas la decisión de desfinanciar los ferrocarriles y privilegiar el transporte por carretera. El paro de camioneros de esta semana pone en evidencia la irresponsabilidad de los gobiernos que permitieron el colapso del sistema ferroviario estatal y su desaparición en 1992. Muestra también que volver al tren es una necesidad inaplazable.