Una cosa es que los ciudadanos de a pie tengamos que "acatar" todo lo que los tribunales decidan, y otra que nos quiten el derecho al "ladrido".
Nadie con un dedo de frente se cree el cuento de que en este país de leguleyos, en este país donde todo tiene una ley y una contraley y que ha visto pasar su violenta historia, precisamente, resolviendo incisos, nadie se cree, repito, que un abogado-estudiante, salido de la noche a la mañana, fuera el único que pusiera en tela de juicio la elección de Viviane Morales, y que el resto de “colegas” se hubieran tragado el cuento durante mas de un año.
Para nadie es un secreto que la fiscal, con los machos bien amarrados, estaba pisando a los intocables. Pisándolos duro y sacando a la luz todos los esqueletos del clóset estatal. Que son muchos; algunos todavía hieden, otros ya se disecaron, pero cada esqueleto tiene una historia secreta. Jamás se pensó que una mujer podría abrir esas compuertas y empezar a ventilar la podredumbre.
Para nadie es un secreto que la mano peluda existe. Que el expatrón de Colombia sigue con las espuelas puestas y con todos sus palafreneros a su disposición. Y como el templo está casi para caerse, porque están cayendo todas sus estructuras, pues tocó inventarse algo fulminante.
Curioso que el tutor de Ferleyn, su tío, tenga en su hoja de vida haber defendido a Mancuso. Y que los abogados que lo rodearon estuviesen agazapados ayudándole en su tesis. Curioso que este joven, con cara de yo-no-fui, haya logrado convertirse en Aladino, el mago por excelencia, que descubrió una “verdad” hasta ahora desconocida.
No sé si a Viviane Morales la saquen del ring para siempre, o logre volver por sus fueros. Ojalá pudiera integrar la nueva terna. Colombia sólo tiene motivos para agradecerle su gestión, su integridad, su valor de irse corriente arriba, como los salmones, a sabiendas de que le podía costar muy caro como efectivamente se lo cobraron. Creo a rajatabla que es la mejor fiscal que hemos tenido en nuestra reciente historia de fiscales. Funcionarios que nunca tuvieron los pantalones de haber rasgado todas las envolturas de las momias, para desnudarlos ante la opinión. Tuvo que ser una mujer.
Ojalá no se metan con la contralora Morelli, cuyo talante también le debe haber ganado más de una malquerencia. Estamos en un país tan enfermo como sus secretos. Un país en el cual escarbar es un sacrilegio. Por eso la impunidad atávica, por eso las cosas, a la larga, vuelven siempre a estar como eran, o sea enredadas, oscuras y sospechosas. Creemos que caminamos hacia adelante, y lo que estamos es dando vueltas alrededor de la noria.
Como afirma María Elvira Bonilla en su columna de opinión en El País, “El propósito es evidente. Intentar frenar el ritmo de las investigaciones en curso y bloquear los procesos judiciales para abrirle la puerta nuevamente a la impunidad”.
Así tengamos que “acatar”, deploramos, hablo en plural, la puñalada matrera asestada, en la persona de Viviane Morales, a las esperanzas de justicia del país. ¡Dios nos coja confesados!