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Este 2021 va a ser para valientes. El coronavirus muta y agarra fuerza. Las medicinas para cirugías importantes son las mismas para tratar a los pacientes en cuidados intensivos afectados por la pandemia. Esas medicinas son importadas de EE. UU. y Europa y las están necesitando. No se trata de nuestros genéricos pedialytes, aspirinas o dolex; son las fundamentales. O sea que a cada cual le corresponde el deber de cuidar por su vida. Y una vez el ojo afuera, no hay Santa Lucía que valga.
La situación política será peor: las mentiras más adornadas, la politiquería en todo su clímax, se acercan las elecciones... y este año se pasará en puras pujas, coaliciones y maturrangas para poder asegurarse un pedazo de la torta del próximo ponqué.
Siguen asesinando líderes sociales. Los dos primeros días de enero mataron a dos. Y la pavorosa indiferencia estatal sigue como el rayo del sol por el cristal, sin romperse, mancharse ni salpicarse. Víctimas que jamás tienen dolientes, porque en este país no se ha estrenado aún la palabra “perdón”, ni muchísimo menos se conoce el significado de “reconciliación”.
Es cuestión de valor y actitud personal saber cómo empezar este nuevo ciclo de 12 meses. Las turbulencias y los nubarrones no tendrán el poder de derrumbarnos si no lo permitimos. Podemos escoger entre hundirnos en la autocompasión, la depresión, la apatía, la amargura, el rencor y el desencanto, o agradecer cada amanecer y ponerle perrenque al día. Cultivar la gratitud y la solidaridad, tendernos la mano, abrirnos a la generosidad y a la compasión, unirnos, unirnos, unirnos...
Al toro se le mira de frente y así se lidia: amarrándose los machos y con valor. Solo así podremos encarar esta situación. O correr como dementes en festival de pueblo con vacalocas, o mirar al miura a los ojos con respeto, con entereza, y saber manejar el capote y la muleta, o dejarnos atropellar, revolcar y empitonar.
Necesitamos hombres y mujeres con ideas firmes, con hojas de vida intachables, con convicciones de fondo y servicio no canjeables, con visión de futuro. Necesitamos líderes estructurados e íntegros. Necesitamos volver a creer en dirigentes capaces, honestos, éticos e insobornables.
Necesitamos hojas de ruta claras y contundentes. No más populismos baratos de izquierda o derecha, ni más “centristas” que no rajan ni prestan el hacha. No más avivatos ni funcionarios improvisados que bailan al son que les toquen.
Este 2021 se abre como un abanico de oportunidades y riesgos. Somos nosotros, cada uno, quienes debemos decidir el destino que queremos para la nación. Estamos al borde de seguir cayendo al precipicio como borregos si no paramos en seco esta ruleta rusa.
Los desmovilizados merecen respeto. Los enfermos graves merecen medicinas. Los jóvenes merecen educación. Los campesinos merecen apoyo total para cultivar sus tierras y vender sus productos.
Colombia no solo merece sino que necesita la paz, la honestidad, el liderazgo. No aguanta otro año como el que acaba de pasar. Y conste que la culpa no es solo de la pandemia. Nosotros somos el verdadero virus... ¡el mortal!
Posdata. El ser humano puede templar su carácter y hacerse más fuerte que el acero si escoge sus ideales; si los forja basado en valores como la lealtad, la honestidad, la disciplina y el conocimiento; si no se deja arrastrar por la ambición, el egoísmo y los cantos de sirena del poder; si maneja las situaciones difíciles con la sabiduría y destreza de un cirujano cuando recibe el bisturí.
¡Podemos enfrentar todas las pandemias si somos capaces de templar nuestros machos y trazarnos el camino que queremos seguir!
Buen 2021. Es un año que depende de cada uno. El ajedrez está ya en la mesa, aprendamos a jugarlo.
