Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Lo más obsceno del escándalo del hijo de Miranda el intocable no es que por una rendija del blindado los agentes hubieran pillado a la parejita en cuestión muy juntitos en el asiento trasero en vez de estar en el delantero esperando el mandado.
Lo obsceno es la soberbia de Miranda el intocable: lo obsceno es prestarle el carro oficial a su hijo para que se fuera de noche a rezar el rosario o a toquetearse en apartado lugar con las intermitentes funcionando.
Lo obsceno son las amenazas del pequeño fauno a los agentes: “ustedes no saben con quién se están metiendo”. Ser hijo del intocable Miranda lo convierte ipso facto en intocable. El hijito de papi con carro oficial que puede hacer lo que se le da la gana donde se le dé la gana.
Lo obsceno es la arrogancia, la actitud grotesca y grosera del intocable Miranda en sus declaraciones a la radio y la prensa escrita y radial.
Y la mayor obscenidad de todas es la lista interminable de políticos, exministros y sus esposas, exfuncionarios que siguen utilizando los carros oficiales y los escoltas, a pesar de que hace muchos años “se les acabó el período”. Sin ningún pudor, y me consta, siguen campantes en sus blindados con chofer-escolta. Las esposas los utilizan para ir a la peluquería, pasar la tarde en el club de jardinería o viajar a la finca...
No sé por qué jamás se ha publicado y desenmascarado a estos exfuncionarios que se apoderaron de carros y conductores que no les pertenecen y que pagamos los contribuyentes. A ver si este gobierno y su extraña y amañada “urna de cristal” tiene el valor de quitarles lo que no les pertenece. Lo dudo. Se me olvidaba que se acercan las elecciones y esas cosillas forman parte de la mermelada...
La mayor obscenidad es la corrupción, las prebendas políticas, las mentiras oficiales, el tapa-tapa, la amnesia histórica, la impunidad, los odios partidistas, la polarización vergonzosa. Obscenidad no es manosearse al escondido. Es manosear al país. No nos equivoquemos.
P.D. A Gustavo Morales Cobo lo degolló el presidente simplemente porque necesitaba ese puesto. Se acercan las elecciones y la Supersalud es un pote de mermelada gourmet. Morales Cobo, con su intachable proceder, resultaba incómodo en estos momentos. Colombia pierde un funcionario ejemplar. La rectitud no gusta en épocas preelectorales. ¡Y la salud mueve muchos votos!
Me pregunto, ¿cuántas cabezas más rodarán? Ya en muchas instituciones públicas están preguntando quiénes “son los padrinos para darle el puestico”. ¡Esto sí es políticamente obsceno!
