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¡Alabaos, cuenteros, poetas, arrechón!

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Aura Lucía Mera
24 de mayo de 2016 - 02:18 a. m.
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El sábado pasado se abrió la Ventana Cultural en Buenaventura, marcando, en el Día de la Afrocolombianidad, un renacer del puerto más importante del Pacífico, basado en el reconocimiento de su cultura ancestral. Esa riqueza que, a pesar de siglos de cadenas y opresión, sigue intacta.

Impresionante el poder de convocatoria de la gobernadora del Valle, Dilian Francisca Toro. Ningún invitado faltó a la cita. La protagonista fue la cultura. El presidente Santos, acompañado por los más importantes ministros del gabinete. Periodistas de diversas regiones del país, escritores, poetas, todos unidos bajo el hechizo de Ola Ventura, que nos envolvió en la magia de alabaos, tambores, arrechón, historias de cuenteros que mantienen intacta la tradición oral, danzas, poemas, enmarcados por las aguas de esa bahía misteriosa, salvaje, fuerte y plateada que vigilan gigantescos manglares.

Buenaventura se convirtió en el epicentro de un tsunami de colores, desnudándose impúdica de sus vergüenzas para mostrarnos en todo su esplendor sus tesoros, su fuerza, su riqueza cultural. Población descendiente de esclavos traídos a la fuerza, encadenados, sometidos a vejaciones, humillados por el conquistador blanco y una religión inquisidora e irrespetuosa, que, sin embargo, mantiene su dignidad, su altivez y su esperanza, sin doblegarse ante nada.

Creo que esta Ola marcará un nuevo amanecer para este departamento, harto ya de la corrupción, las mentiras, las promesas incumplidas, la marginación que ha sufrido durante más de un siglo, mientras por su puerto ve pasar y perderse toda la riqueza escondida en vientres de camiones gigantes que se dirigen al interior. Sin dejarles nada.

Me consta, como vallecaucana, la corrupción incesante de gobiernos anteriores; los foros con presidentes y autoridades llenos de mentiras y promesas incumplidas, y alcaldes locales que se repartieron varias veces el botín que llegaba del Gobierno Nacional. No sé por qué recuerdo en particular la tarima donde estaban replantigados el expresidente Uribe y el gobernador Angelino, prometiendo el oro y el moro, mientras crecían el narcotráfico, las casas de pique, la prostitución y las bandas criminales.

Es inadmisible que Buenaventura siga sin agua potable, mientras Acuavalle la vende en dólares a los barcos que atracan en su puerto y al sector hotelero.

Departamento bañado por las aguas cristalinas y puras de los ríos Sabaleta, San Marcos, Córdoba, San Cipriano, etc., que llegan al río madre, el Dagua, que desemboca en la bahía. Cuarenta años sin agua. Millones y millones de pesos convertidos en partijas podridas de administraciones corruptas, arropadas bajo el silencio cómplice de gobiernos centrales.

Los bonaverenses merecen respeto. Se llegó la hora de poner fin a las marrullerías. El Valle del Cauca y el resto de Colombia tienen la obligación de respaldar esta nueva etapa, con el compromiso de la actual mandataria, que está dispuesta a jugársela por ese departamento y ponerle al fin el cascabel al gato. El reconocimiento cultural ancestral se inició en Ola Ventura. Por algo el presidente Santos llegó y fue aplaudido y respaldado, con su ministro de Hacienda, la ministra de Trabajo, la viceministra de Cultura y otros funcionarios claves. Por algo Dilian Francisca Toro está comprometida en este empeño.

Si a Buenaventura le va bien, al Valle le va bien, a Colombia le va bien. ¡Es un compromiso de todos! 

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