Fuerza.
Potencia. Ganas. Así define la Academia el perrenque, y así es como hemos iniciado este 2016 los colombianos. Así debe ser. No podemos ser inferiores a nuestras circunstancias.
Es el año de la paz, y la paz la hacemos cada uno desde nuestros corazones. No se trata de “tragar sapos”, sino de eliminar los sapos que tenemos incrustados en el alma; esos sapos verrugosos, gordos y llenos de mala leche que recorren nuestro sistema emocional, nuestras percepciones y nuestros pensamientos.
Si cada uno de nosotros, individualmente, eliminamos el sapo venenoso interior, seremos más de 40 millones de seres sin sapo y sin veneno.
Sapos conservadores; sapos liberales; sapos polarizados; sapos resentidos; sapos fascistas; sapos comunistas; sapos mamertos; sapos anarquistas; sapos oportunistas; sapos elitistas; sapos envidiosos; sapos oligarcas; sapos campesinos; sapos guerrilleros; sapos paramilitares; sapos religiosos; sapos militares; sapos civiles; sapos de todas las calañas y que no perdonan el sapo ajeno. Creen que en lugar de escupir el propio, los están obligando a tragarse el del otro.
Año de introspección y de perdonarnos primero cada uno para mirar de frente y perdonar al que nos ha hecho daño. Darnos la mano. Unirnos respetando las diferencias, la individualidad y la circunstancia personal. Solo así empezaremos la construcción del país que merecemos y que hasta ahora no hemos sabido ni conocer ni amar ni cuidar, todo por estar engarzados en el egoísmo, la intransigencia, pensando siempre en que “el malo” es el otro, indiferentes ante las necesidades de la mayoría, ambiciosos y codiciosos.
Todos fallamos. Los grupos guerrilleros alzados en armas, con la convicción de que lograrían construir un país mejor y más equitativo, lo único que lograron fue el caos y bañar en sangre y terror a los que pretendían defender. En mejoría social y de desarrollo fueron un fiasco total.
Las autodefensas sembraron el terror y continuaron aumentando el río de sangre adobándolo con torturas y sevicia salvaje, patrocinados por gobiernos anteriores, fuerzas armadas y empresarios.
Empresarios y políticos empujando la polarización y la codicia, aumentando la inequidad, indiferentes al dolor y la desesperación de los miles y miles de desplazados, desempleados y desarraigados.
Nuevos gobernadores. Nuevos alcaldes. Todos llenos de promesas y supuestos compromisos sociales. Todos apoyando la paz.
A cumplir. A trabajar todos con perrenque. Ánimo, solidaridad, empuje y generosidad de alma.
¡Feliz Año! No más politiquería, deshonestidad ni corrupción. Y los ciudadanos, a vigilar que las promesas se cumplan. Es nuestro deber.
