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Por lo menos el Año Viejo terminó en Cali llorando a mares. No paró de llover en todo el día y la noche. Frío colándose en los huesos de esta capital caliente y salsera que con algunos grados de menos se quiere encamar, arropar y dormir el cansancio acumulado de los días de feria, alcohol y rumba desenfrenada.
Comparto mis deseos del sábado de las campanas para este arranque:
Que Francia Márquez, nuestra vicepresidenta de lujo, sí pueda marcar una diferencia visible en medio de tanta desigualdad.
Que ya no existiendo dos papas se acabe la doble moral de la Iglesia católica y se destapen las pederastias que siguen escondidas entre sotanas.
Que el “petrodólar” no siga encaramándose hacia las nubes por la política errática del presi Petro y la minminas.
Que la revista Semana se vuelva seria y de opinión. Estamos mamados de amarillismo y mentiras.
Que Avianca, Satena, Latam y el resto de las aerolíneas vuelvan a poner en su sitio a los animales. No queremos más perros babosos como compañeros de asiento ni que nos empujen cuando parquea el avión lleno de tufo.
Que el honorable Congreso deje de proponer idioteces como prohibir la pesca deportiva, las corridas, las novilladas, los gallos, o declarar a todos los animales “seres sintientes”, gallinas, cerdos, ganado de carne, y muramos de hambre, mientras se siguen robando la plata con sus salarios astronómicos, asistentes, camionetas y otros gusticos, plata de todos los contribuyentes que no se atreven a decir ni pío.
Que no intenten acabar con las EPS, sino que controlen a las ratas de los prestadores de servicios médicos, IPS, ambulancias, clínicas de garaje, carteles de drogas legales y “curativas”. El cáncer verdadero está en la corrupción.
Que dejen de seguir prometiendo regalar tierras si no tienen la real estructura y el dinero para pagar los millones que cuesta sembrar, sostener, cosechar y vender cultivos que nunca serán tan rentables como la coca.
Que nos expliquen en qué consiste la tan cacareada y manoseada paz total, mientras se sigue asesinando a diestra y siniestra, y cuál es el decreto que nos permita salir a la calle o viajar por el país sin el temor de terminar en un catafalco.
Que Verónica, la reina, deje de estar promoviendo vecinas para entidades como el ICBF, que más parece dirigido por una parienta de Herodes, y mejor le compre a su marido un reloj para que cumpla sus compromisos y de paso le recuerde que su tiempo es nuestro y no suyo.
Que algún día los motociclistas dejen de ser asesinos en potencia, respeten las leyes y aprendan a conducir como seres normales.
Y mientras miro llover en este sábado gris, pienso en posibles títulos de películas:
“Más cornadas da el hambre”, dedicada a la ministra de Trabajo que quiere aumentar el desempleo en los pueblos de Colombia, porque se duele y llora por ver lidiar un toro nacido para la lidia, mientras se atraganta con un chuletón de cerdo masacrado sin piedad.
“Fidelidad y amor”, dedicada a Armando Benedetti.
“Las delicias de Freud”, dedicada a nuestro presidente.
“A los alcaldes quién los ronda”, a todos los burgomaestres de Macondo.
“Aviones de guerra para lograr la paz”, al presi Petro.
“El tren volador”, al presi Petro.
“Yo no fui”, para Álvaro Uribe.
“Cambiar para qué”, a todos mis compatriotas.
Muchas películas para ver y arrancar el año del cambio aunque no sepamos qué es. ¡Buen martes y a espabilarse! Ya viene El Niño, el otro, el que aumenta la sed.
