Soy reinsertada. Volví a Cali, mi tierra, después de más de 20 años de vivir en Bogotá. Épocas de desgreño administrativo y épocas de progreso.
Vivía en la 127 y trabajaba en La Candelaria... Había trancones, pero se podía llegar a los destinos... En épocas de invierno, tormentas y granizo, se andaba lento pero se andaba... Se podía ir a Sopó o a Chía, y llegar a la casa sin padecer un ataque de nervios... Inclusive regresar de Fusa los domingos por la tarde y atravesar la ciudad a paso lento, pero en movimiento...
Vuelvo a la capital con frecuencia. Dos hijos, cuatro nietos y amistades eternas son suficientes razones para “subir a Bogotá”... La distancia me permite comprobar, en cada viaje, la decadencia, el caos y el despelote en que se ha convertido la ciudad.
La Alcaldía de Gustavo Petro tendrá un sitio privilegiado en la historia. Puede escribirse un manual de cómo lograr hacer inviable una ciudad en menos de cuatro años. Cómo haber conseguido que sus millones de habitantes se quedaran atrapados en sus propias calles. Bogotá es una ciudad inmóvil. Atascada. Paralizada. Desordenada. Fragmentada.
Viví el infierno de 10 días en que el sol desapareció y el agua y los truenos cayeron inclementes, sin dar tregua. Las alcantarillas, sin mantenimiento, naturalmente se rebosaron hasta convertir las calles en verdaderas piscinas donde flotaban los carros. Me tocó ver en funcionamiento la famosa “tapahuecos”, un esperpento enorme y amarillo rellenando algunos forámenes con babas... Además de que Bogotá parece una superficie lunar con varicela, pues todos los huecos o cráteres están pintados de amarillo y sólo se ven círculos amarillos en todas las calles... Como en un eterno halloween...
Petro llena las características en las que el psiquiatra Carlos Climent describe en su estupendo libro La locura lúcida al narcisista y al antisocial... O sea que Bogotá se ganó la rifa del enano de yeso con este personaje en cuestión... Y si le sumamos al resentimiento la improvisación, el populismo y la rabia interna que le corroe los intestinos, ¡pues a la fría sabana se la llevó el diablo! Y ahora, la cereza que le faltaba al postre: la mezcla de “estratos” para que el desplazado tenga que comprar en el Centro Andino y la canasta familiar la llene en Carulla... ¡Buena solución!
PD1. Se sabía, desde hace años, que la Universidad San Martín era un estafadero... Se sabía que sus dueños eran más piratas que Drake. Se sabía de sus irregularidades... Se puede juntar con Saludcoop... Y bingo... Por la educación y la salud. ¡Éramos pocos y parió la abuela!
PD2. ¿El superministro Néstor Humberto no sera capaz de reconocer en público que al presidente Santos le dieron una información errónea y malintencionada sobre el exsupersalud, basada en chismes de cacaos de clínicas privadas? ¡Qué vergüenza!