Publicidad

Barranquilla mágica

Sigue a El Espectador en Discover: los temas que te gustan, directo y al instante.
Aura Lucía Mera
25 de octubre de 2016 - 02:00 a. m.
Resume e infórmame rápido

Escucha este artículo

Audio generado con IA de Google

0:00

/

0:00

Pocas ciudades de Colombia tienen una historia tan llena de encanto, magia, sabores, colores, leyendas e historias como Barranquilla, esa “llanura dormida junto al mar.

Con esquilas y silbos de pastor...” ¡Barranquilla trenza de amor, baila tu vida alrededor...”. “¡Tajamares de Bocas de Ceniza... cuchillada del río sobre el mar...”, como la describen algunas estrofas de su bellísimo himno.

Recuerdo mi primer viaje. Sears llegó a esta Puerta de Oro. Con mi papá y mi hermana menor, viajamos en carro desde Cartagena a conocerlo. El corazón palpitaba desordenado. Este almacén, el primero en Colombia, tenía escaleras automáticas. Algo nunca imaginado para estas caleñas que conocían, por primera vez, también, el mar. Jamás olvidaré esos momentos: subir, bajar, subir y bajar, una, diez, veinte veces. Luego dormir en el Hotel del Prado, que era el palacio de las 1.001 noches. Además, el río Magdalena, que dejó de ser una larga línea pintada de azul en un cuaderno para convertirse en una cinta de agua majestuosa y llena de misterio que se metía en la inmensidad del mar. Bocas de Ceniza, llena de leyendas de tiburones y caimanes que se peleaban por tragarse a los humanos.

Pasa el tiempo, pero esos recuerdos siguen intactos. Regreso hace unos días. Quedo absolutamente deslumbrada. Esta ciudad, que jamás fue fundada oficialmente por ningún conquistador español, ni tuvo la consabida plaza cuadriculada, con iglesia, alcaldía, banco y legislatura, donde el cura párroco de Cartagena la visitaba de vez en cuando. Esta ciudad, que se fue formando sola, aprovechando ese río y su desembocadura al mar Caribe, la fuerza creativa de los inmigrantes, la visión de sus primeros ciudadanos, el trabajo de los nativos y los negros, se convirtió, a finales del siglo XIX, en la primera y más próspera capital del país, al ser la pionera de la aviación, la telefonía, el acueducto y la radio, arrolladora y sensual.

Pasó la crisis de gobernantes nefastos que la saquearon, pero logró surgir de nuevo como el ave fénix. Actualmente es ejemplo de que, con administraciones honestas, se puede en Colombia.

Barranquilla es mucho más que su carnaval. El malecón que ya empieza a bordear el río que lleva en sus aguas la historia de nuestro país al fin se convertirá en el bulevar más bello. El nuevo puente Pumarejo, de diseño exquisito, permitirá que barcos de más altura puedan navegar. Se reconstruye la ruta a Bocas de Ceniza; Puerto Colombia recobrará su antiguo esplendor como centro turístico. La mayoría de las casonas bellísimas de El Prado están declaradas patrimonio de la ciudad y no serán arrasadas por torres de concreto, para conservar su señorío rodeado de esas ceibas gigantes.

El Museo del Caribe, primer museo regional de Colombia, deja boquiabierto a todos los visitantes. Modelo en museografía moderna, recopila en pantallas toda la historia de la cultura caribe, complementado por el recorrido vital de García Márquez, que supo entender el realismo mágico de esa tierra y que lo inspiró a escribirla mostrándonos el fondo de su alma.

Centros comerciales, boutiques sofisticadas, restaurantes gourmet, parques y más parques. Torres de apartamentos ubicados hacia el norte, de impecable diseño, que miran hacia el encuentro mágico del río adentrándose en el mar.

La doble calzada hacia Cartagena, pasando por la Marina de Puerto Velero, Punta Cangrejo, la reserva ecológica entre Santa Verónica y San Juan de la Costa. Ya con infraestructura de óptima calidad para recibir con los brazos abiertos a sus visitantes. Y si a esto sumo la calidez y simpatía de sus habitantes, este círculo de magia, progreso y alegría es perfecto.

Salto al presente. Indignada con la publicidad de una mediocre y ramplona agencia de viajes que invita a “llevarse a la mosa para La Arenosa”. Pienso que el autor debería irse para Chigorodó con su gigoló o a Tibaitatá con su mamá o a Apulo a distraer lo suyo. ¡Barranquilla ha vuelto a ser la Puerta de Oro de Colombia! Me les quito el sombrero. ¡Pronto volveré!

¡Con honestidad, perrenque y voluntad política, sí se puede!

Conoce más

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscríbete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta  política.