MAÑANA MIÉRCOLES ARRIBA EL Presidente ecuatoriano Rafael Correa a Colombia.
Más precisamente, a Cali . Viene a ofrecer ayuda para los danmificados de esta tragedia dolorosa que sufre nuestro país, ahogada en aguas turbulentas, barrios sepultados por las avalanchas, cosechas perdidas, familias sin posibilidad alguna de recuperar sus pertenencias.
Su presencia. Su encuentro con el presidente Santos tiene un significado profundo. Vuelven a establecerse las relaciones. Ya el embajador colombiano fue designado. Estoy segura de que su homólogo ecuatoriano será del más alto nivel. Se acabaron las peleas entre dos países hermanos, hermanos en todo: costumbres, tradiciones, idioma, paisajes, consanguinidad de siglos.
Tenemos que ponernos la mano en el pecho y reconocer que sí invadimos sin tener en cuenta la cooperación, que estoy segura la habría facilitado Correa. Invadimos a mansalva y matreramente saltándonos todas las reglas y leyes internacionales. Mentimos con descaro y nos justificamos sin escrúpulos. Una cosa es la alegría conjunta, de ambos países por haber dado de baja a uno de los narcoguerrilleros más salvajes de nuestra historia y, otra, muy diferente, la forma como lo hicimos. ¿Qué tal que España hubiera bombardeado a Francia porque el ETA tiene sus guaridas en territorio francés? Hasta hace muy poco tiempo el país galo alcahueteaba y se hacía el de la vista gorda con los terroristas de ETA. Pero España sabía que se jugaba una carta peligrosa y pondría en riesgo la estabilidad europea si acometía una invasión.
Pero como aquí en Colombia, en la Administración anterior todo era permitido y toda ley saltada, nos creímos el cuento de que teníamos razón. De que invadir una frontera por sorpresa era normal. Y de que el presidente Correa era el malo del paseo. Que no se debían facilitar los datos de los computadores de la guerrilla. Que Ecuador propiciaba las Farc, etc.
Una cosa es que existen narcos y guerrilleros que utilizan ambas fronteras para esconderse y negociar droga y armas. Compartimos miles de kilómetros, ríos, selvas impenetrables. Pero otra cosa es que se hagan estas operaciones con el consentimiento del gobierno vecino .
No comparto muchísimas actuaciones del presidente Correa. Lo considero populista y resentido. Pero le abono y le agradezco este gesto con Colombia, y con Cali, que significa el sur occidente del país, el más cercano a su frontera.
Amo el Ecuador. Lo considero un país-boutique, un país del que los colombianos tenemos muchísimo que aprender. Su identidad, sus tradiciones milenarias, su gastronomía sofisticada, sus paisajes, sus playas y sus volcanes, y sobre todo su gente. Bienvenido Presidente. Que este apretón de manos sea para siempre .
P.D. Para desconectarnos de tanta tragedia recomiendo algunos libros : Nido de Oropendolas, Caudillos, Tiranos del alma, Informe Brodeck, El tiempo entre costuras, El movimiento del caballo, La caja negra. Diferentes editoriales. Diferentes autores. Común denominador: calidad, interés. Alimentos para el espíritu, tan convulsionado y tan revuelto en estos tiempos.