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Chorro de babas

Aura Lucía Mera

07 de febrero de 2011 - 10:05 p. m.

EXACTAMENTE. COMO CHORRO DE babas es la única calificación que puedo darle al fallo del procurador Ordóñez al sancionar a los concejales de Cali que eligieron a Eric Piedrahíta como contralor municipal a sabiendas de que tenía impedimentos para el cargo.

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Es vergonzoso que se burle a la ciudadanía de manera tan ramplona. Una sanción de tres meses, cuando se sabe, es vox pópuli, que el concejo de Cali es una guarida de ratas con tal vez dos honrosas excepciones, que por eso mismo, por ser excepciones a la regla roedora, no pudieron hacer prácticamente nada a favor de la ciudad y en contra de todos los amaños y maturrangas. Me refiero con nombre propio a Rodrigo Guerrero Velasco y Nelson Garcés Vernaza, quienes afortunadamente salen de este agujero en que se metieron de buena fe, creyendo en el cambio, con la frente en alto pero con el alma en el suelo, porque se estrellaron con el muro inexpugnable de la rosca que tiene sumida la ciudad en lo que sabemos.

De todos es sabido que el exgobernador Abadía se hizo nombrar presidente del Concejo en su momento  para  amarrar los votos de sus súbditos a favor de Piedrahíta. Es vox pópuli que Abadía votó a favor. Inexplicablemente sale absuelto. Los otros concejales estaban paralizados del terror. Sabían que de tener un procurador de verdad, con los machos bien amarrados, se olía su muerte política. Pero no. Los “regañaron” y quedaron libres de polvo y paja. Podrán seguir sentados en sus curules. Inamovibles como Johnny Walker. Intocables. Dueños absolutos y ad eternum de toda la carpintería.

Es de vergüenza y repudio la actitud del procurador. Será muy devoto, irá a misa, confesará sus pecados de rodillas, pero como funcionario público es absolutamente cuestionable. La absolución de los concejales es una bofetada para Cali. Es la ratificación de la impunidad, y de que nada va a cambiar. Su rechazo a que el juez Baltasar Garzón venga a Colombia como asesor del gobierno del presidente Santos es irracional, por decir lo menos. De todos los colombianos que no comulgamos ni con el opus, ni con el uribismo, ni con ruedas de molino, es sabido que Baltasar Garzón pondrá el dedo en las llagas más ocultas de estos años de caudillismo de extrema derecha y de impunidad. Y que sabrá ponerles los puntos sobre las íes a muchas mentiras.  Que tiemble Sansón y todos sus filisteos. Sería sospechoso que Garzón tuviera el beneplácito del procurador Ordóñez. La extrema derecha no perdona que la desenmascaren. El reducto del franquismo español no le perdona a Garzón que haya rasgado las vestiduras manchadas de sangre de la posguerra y la dictadura en busca de la verdad.

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En cuanto al genocidio del Palacio de Justicia, el procurador sigue resistiéndose como gato patas arriba, tratando a como dé el tejo, de volver a remover el armisticio con el M-19 y poner una cortina de humo sobre los actos barbáricos y salvajes del Ejército que se tomó el poder e hizo de las suyas. Sin embargo en una entrevista que le hizo María Jimena Duzán en Semana, Ordóñez sostiene que “goza con sus detractores”, que “me han salido canas y he adelgazado seis kilos”. Ojalá no gozara tanto con las arbitrariedades que reparte a diestra y siniestra. Y  que las canas y sus kilos le importen menos que la verdadera justicia de este país, hastiado de tanta maturranga. Son asuntos demasiado graves para salir con chorros de babas, hasta que llegue Garzón y se le sequen los labios... amanecerá y veremos. Por ahora, y de nuevo, Bienvenido Baltasar Garzón.

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