¿Comunista?

De ahí el fracaso de todas las cumbres internacionales (...) Se desarrollan conglomerados caóticos de casas precarias. Cada vez son más las personas descartables, privadas de los derechos humanos básicos. La posesión de una vivienda tiene mucho que ver con la dignidad de las personas y el desarrollo de las familias (...) Hace falta volver a sentir que nos necesitamos unos a otros, que tenemos una responsabilidad por los demás y por el mundo, que vale la pena ser honestos. Ya hemos tenido mucho tiempo de degradación moral, burlándonos de la ética, de la bondad, de la fe, de la honestidad, y llegó la hora de advertir que esa alegre superficialidad nos ha servido de poco. Esa destrucción de todo fundamento de la vida social termina enfrentándonos unos conotros para preservar los propios intereses, provoca el surgimiento de nuevas formas de violencia y crueldad e impide el desarrollo de una verdadera cultura del cuidado del ambiente...”.

 

Estas son algunas palabras del papa Francisco en su encíclica que dedica a “nuestra oprimida y devastada Tierra”. Y se refiere a “la Tierra, nuestra casa en común, que parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería...”, y nos dice que tomemos conciencia de la necesidad imperiosa de realizar cambios en nuestro estilo de vida, recordándonos que “los ancianos añoran los paisajes de otros tiempos, ahora inundados de basura”.

 

Una encíclica que es, para mí, la más importante y revolucionaria que haya proclamado la Iglesia católica en toda su historia. En un lenguaje llano, sin arandelas ni rebusques, Francisco denuncia. Frentero y sin temblarle la mano ante esta sociedad consumista, capitalista, que desde hace dos siglos se arrodilló ante el becerro de oro y emprendió una carrera demencial y destructiva, arrasando con todo lo que se oponga a una ganancia material, atropellando la dignidad humana.

 

Sociedad en la que el único dios es el dinero. Sociedad que ha sepultado valores. Que es indiferente al sufrimiento del otro. Que inventa guerras porque las guerras son negocio. Que envenena la Tierra porque necesita exprimirla para ganar más dinero. Sociedad que necesita matar a muchos para que pocos se forren los bolsillos. Sociedad donde sólo se respeta al que posee.

 

Encíclica llena de amor. De valor. Encíclica que hace un llamado para que el ser humano pueda encontrar de nuevo su rumbo. Ataque frontal al consumismo y al derroche. Al neoliberalismo asesino que enterró los valores espirituales para alcahuetear la corrupción y premiar a los más ricos, olvidando que todos somos iguales.

 

EE.UU. y sus republicanos han puesto el grito en el cielo. Lo tratan de comunista y marxista. Aterrados de que las palabras amor, igualdad, respeto y dignidad vuelvan a circular en los corazones de cada uno y que les demos un vuelco a nuestras vidas y no sigamos asesinándonos ni exterminando la Tierra...

 

P.D. Creo que he vuelto a recuperar la fe. Gracias, Francisco. Ojo, te crucifican como hicieron con Jesús. Los poderosos no perdonan los mensajes de amor.