POR LO MENOS EN MATERIA DE JUSticia, mal se inicia la década.
Parece que la luna azul, a pesar de aproximarse a todos en forma intensa, brillante, como si quisiera abrirnos los ojos y hacernos entender que la vida puede ser diferente, más amable, más luminosa y más tranquila, la noche del 31, dando fin a una década de horrores y matanzas, no hubiera servido de nada. La verdad es que iniciamos con el pie izquierdo en materia jurídica. Todas las noches los noticieros nos cuentan que han recobrado la libertad policías enjuiciados y detenidos por su participación en los genocidios de los falsos positivos, narcos orondos paseándose por las calles de nuevo, delincuentes urbanos, fleteros, raponeros, todos ellos gozando del nuevo sol como si no hubiera sucedido nada. El cerebro de DMG extraditado, estrenando chaleco antibalas y recubierto de chaqueta contra el frío tal vez para que no hable demasiado en Colombia, no sea que caigan los peces gordos, aquellos que son intocables. Lo mismo que sucedió con los paramilitares. Se sabe que en USA no serán condenados por lo que hicieron aquí sino por lo que, según ellos, delinquieron contra la superpotencia, lavando activos, o enviando droga.
Por acá los muertos siguen muertos y, sobre todo, calladitos. Y los familiares, pues que lloren un poco más. Al fin y al cabo son del pueblo. No tienen influencias, y a nadie importan, sobre todo en épocas preelectorales. Ningún político quiere arriesgar sus voticos. Nadie quiere que le muevan la curul o el asiento. Nadie habla. Todos callan, como si estuvieran también muertos, pero muertos del miedo de señalar con valor, o ser señalados por cómplices.
Mal comienza este año si Dios es el que tiene que resolver personalmente la encrucijada del alma con la que califica el Ubérrimo su obsesión casi demencial de atornillarse en el poder. No valen las recomendaciones de revistas de talla internacional, ni los mensajes cada vez más claros de Súper Obama, ni los de Lula da Silva, ni los de Michelle Bachelet, ni los de nadie. Mientras el país se agota en incertidumbre y los demás candidatos se pudren acorralados porque no existen reglas claras y estamos ad portas de acabar de destrozar la Carta Magna.
Mal comienzo para Colombia. Mal año se nos viene encima. Los candidatos al Congreso son los mismos que nos han engañado en cuatrienios anteriores. No se ven caras nuevas, y las que se atreven a asomarse no cuentan con una maquinaria amarrada de antemano. Sé del caso de una aspirante de nuevo a su curul, que para recibir a alguien en su despacho de actual congresista exige que se le consignen millones de pesos en una misteriosa cuenta de ahorros que ella misma escribe en un papelito, para luego romper. No digo el nombre porque la que resulta encanada soy yo. Existe el testimonio del prestante abogado víctima de tal asalto, pero no existen las grabaciones ni las fotos. Y aquí no pasa nada, o por vencimiento de términos, o por falta de “agarrar al delincuente con las manos en la masa” en este caso, con el número de la cuenta en el papelito y su fotografía sosteniéndolo. Así estamos de envainados. Mal comienzo. Ojalá las cargas se enderecen. No lo creo. Qué dolor por el país. Viva la libertad. Y si se encuentra con un ex canado por las calles, pues siga tan tranquilo. Usted tampoco tiene pruebas de nada.