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Contagios mortales

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Aura Lucía Mera
23 de marzo de 2021 - 03:00 a. m.
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“La crueldad es contagiosa. El odio es contagioso. La fe es contagiosa. Se convierte en fanatismo a la velocidad de un rayo. La gente adopta una fe y se pone muy seria, después solemne. Empieza a creerse cuanto viene amparado o envuelto por esa fe y entonces se vuelve estúpida. Si se la contraviene enloquece de rabia, no consciente de que se la llame estúpida ni que se ponga en tela de juicio lo que constituye su totalidad y su repentina razón de ser”.

“A partir de ahí desarrolla un odio meramente defensivo, irracional, hacia quienes no comparten su fanatismo y a los que lo combaten abiertamente los trata con crueldad. Cuando la gente descubre esta última, se instala en ella y la esparce y tarda mucho en hastiarse de su aplicación”.

“Y el único antídoto es declararle la guerra y aplastarlo. Por eso los fanatismos encierran tanto peligro, por eso son tan difíciles de parar. Cuando uno quiere percatarse ya se han propagado como un incendio en el bosque. Lo que conviene es detectar al primer síntoma y cortar de raíz”.

Estas frases son del escritor Javier Marías en su ultimo libro, Tomás Nevinson, obra fuerte, filuda, sin afeites, que logra que el lector pare en seco a veces y reflexione. No sé por qué “me suena, me suena” a lo que está sucediendo en este país y cada día cobra más fuerza, hasta que se torne imparable. Me refiero a la polarización en que estamos sumergidos... y digo “estamos”, porque de alguna manera, salvo los recién nacidos o los enfermos de alzhéimer, estamos tocados en mayor o menor grado por este virus mortal, sin vacuna posible por el momento o sin la voluntad política de inventar la vacuna y ponerla a funcionar.

Si nos remontamos a siglos pasados, cuántos millones y millones de muertos en nombre de Dios, Alá, Buda... Dioses que se supone existieron como mensajeros de amor, armonía y paz. Sus fieles, sus creyentes fanatizados bañaron el mundo entero en sangre y lo siguen haciendo.

Si nos remontamos a la política nacional, desde la Independencia el fanatismo se incrustó como hierro candente al alma, como el pecado original en la manzana primigenia. Monárquicos contra republicanos. Liberales contra conservadores... y la historia y la sangre siguen corriendo aunque cambien los nombres. Las ideas se las llevó la corriente y se disolvieron en charcos nauseabundos, se evaporaron, pero el fanatismo, el odio, adobados con ingredientes corrosivos como la corrupción, la mentira y el dinero, se quedaron para siempre incrustados en nuestros genes.

Actualmente lo que veo y leo día a día es que estamos sumergidos en grupúsculos, convertidos en forúnculos enquistados y llenos de pus venenosa.

Uribistas, petristas, verdes, arcoíris, charistas, benedettistas, marulandistas, fajardistas, palomistas, cabalistas, bolivaristas, quinteristas...

Todos contra todos a ver quién se lleva la mejor tajada, a ver cómo se defenestra al contendor, cuánto cuesta comprar al juez o al abogado. Todo ante “la muda y absorta caravana” de los millones de apáticos e indiferentes.

Siguen matando líderes sociales, violando menores de edad, comprando conciencias (cada vez más devaluadas). Lo que hasta hace pocos años se consideraba impensable, ahora es el pan de cada día. San Nicacio regresó a los altares. Camilo Gómez se levanta de la Corte Interamericana como perro por su casa, Molano señala a los niños como máquinas de guerra. Cadena tartamudea y su defensor le hace repetir las respuestas. Proponen los desconocidos del Congreso mandar al carajo la Constitución. Los falsos positivos aumentan y nadie escarba en esas tumbas.

Vuelvo a Javier Marías: “Basta con introducir un poco de verdad en la mentira para que esta no solo resulte creíble, sino irrefutable”.

Posdata. Sin embargo, no pierdo la esperanza. A cada marrano le llega su San Martín. Y ojalá algún día recobremos la razón. O por lo menos que las nuevas generaciones se liberen de este odio y desate amarras y busque nuevos horizontes. Mientras tanto, sigo leyendo a Javier Marías así se me revuelvan las emociones.

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Mauricio(13282)23 de marzo de 2021 - 10:10 p. m.
recuerdo que en 1993, despues del 5 0 a argentina, la empresa patrocinadora, monto una campaña de propaganda para convencer al chibchombiano que colombia seria campeon en EE UU......Y QUE MIEDO...AQUEL QUE SE ATREVIA A PONER EN DUDA ESE DOGMA ERA ESTIGMATIZACO COMO ANTIPATRIOTA...NO QUIERE A SU TIERRA...PORQUE NO SE LARGA DE AQUI.....gracias Rumania..y hasta cuando el cuento del castrochavismo???'
shirley(13697)23 de marzo de 2021 - 06:24 p. m.
Todo tiene su fin.Nada es para siempre.Estamos signados por lo transitorio y lo efímero.El péndulo de la historia nos marcará otra alternativa a este estado de cosas.Imposible algo peor a lo existente.Desgobernados por cínicos y corruptos en plena armonía con GENOCIDAS Y CRIMINALES.Época aciaga y bárbara.Pero se vislumbra otro amanecer.Estamos preparados.OTRO POSIBLE ES POSIBLE en mi bella Col.
Humberto(12832)23 de marzo de 2021 - 04:59 p. m.
Acabo de leer el libro de García Villegas, "el pais de las emociones tristes"...
Tomas(10675)23 de marzo de 2021 - 02:54 p. m.
Habla la reina de las polarizadas... en el bando de Santos.
  • Humberto(12832)23 de marzo de 2021 - 05:00 p. m.
    y lo reconoce y espera que la verdad se imponga y tranquilice. Parece que aceptaría su veredicto.
Gilberto(54899)23 de marzo de 2021 - 02:48 p. m.
Guayacán(54899)Hace 7 segundos - Lo IMPAJARITABLEMENTE cierto es que la "Asquerosa Rata Jefa" uriBESTIA terminará confinada para siempre en las mazmorras de la CPI.
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