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De inmigrantes y desertores

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Aura Lucía Mera
13 de julio de 2010 - 04:17 a. m.
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ASCO. LO SIENTO POCAS VECES. NO me gusta la palabra. Me da asco. Pero en este momento, dos sucesos me lo producen y lo reconozco. Siento asco.

El primero, la demanda, petición, carta de conciliación, propuesta, pensamiento, atrevimiento o como se quiera llamarlo, que se han atrevido a hacer Íngrid Betancourt y su distinguida familia al Estado colombiano. No solamente estoy de acuerdo con Daniel Samper Ospina de que tienen unos huevos más grandes que los del caballo del apóstol o que los tres del actual presidente, sino que no acierto a imaginarme el cómo, ni el porqué de semejante despropósito. No puedo concebir que nadie sea tan bruto, imbécil, irracional o demente, para lograr echarse encima y para siempre a cuarenta y siete millones de personas de enemigas. Me refiero a todos los ciudadanos colombianos. No creo que haya ninguno, a excepción del abogadillo que se han cuentiado, que esté de acuerdo con la sagrada familia. Así. En un santiamén. En un tris tras. Ni Uri Geller hubiera logrado esta hazaña en tan corto tiempo. Porque lo lograron. Todo un país, al fin, unido en algo, y ese algo es el repudio y el rechazo a esta afrenta.

Sugiero a los twitteros y facebookeros que hagan una cadena solicitando que el Estado colombiano los declare personas no gratas. Desertores de su patria. Que se queden, ojalá para siempre, en sus apartamenticos-gallineros que se asoman a los techos del París siempre gris y mojado. Allí son bien recibidos. No podía esperarse menos del presidente Sarkozy, quien también tiene el agua al cuello por sus escándalos financieros. Tales para cuales. Bien idos. Me uno a la indignación y el asco nacional.

El segundo, el que tiene más cara que un elefante con paperas, es el caso de la gobernadora de California, la señora Jan Brewer. Atreviéndose a rechazar a los inmigrantes, olvidando que ella misma y toda su familia, no hace muchos años, también descendieron de un barco y se afincaron en un continente que no era el de ellos. Vaya usted a saber de dónde provienen realmente, a cuántos nativos mataron para adueñarse de sus tierras. Porque la tal gobernadora, más templada que trasero de mico a punta de cirugías y botox, no lleva, estoy segura, ni una gota de sangre Cherokee en sus venas. Inmigrantes viejos de sangre sajona, invasores en su momento, adjudicándose competencias que no tienen, para impedir que nuevos inmigrantes, estos sí con sangre nativa continental, arriben a esas tierras que en su momento fueron de ellos. Voto porque el presidente Obama le gane el pulso a esta gringa acartonada y apergaminada.

P.D. Acertados los nombramientos de los nuevos ministros. Como vamos, vamos bien.

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