A través del enorme ventanal diviso Subachoque, enmarcado por colinas verdes, eucaliptos, sembradíos de papa y fresas. El sol se va desvaneciendo en naranja. Ítaca es el nombre de la casa, en homenaje a Cavafis, cuyo poema inmortal está tallado a la entrada en una lámina oxidada color cobrizo, permitiendo el paso de la luz por la noche. En este caso, contrariando a Ulises, su propietario inicia el viaje “lleno de aventuras, lleno de experiencias”.
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