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Desencantos

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Aura Lucía Mera
09 de septiembre de 2013 - 08:28 p. m.
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Trato de ser objetiva.

Tomar distancia: la resaca del paro agrario, los bloqueos posteriores, el desplome de Santos y su gabinete, la pataleta vergonzosa de los godos, el rencauche samperista, la arrogancia de las Farc y los bandazos de la Corte sobre el marco jurídico para la paz. Un clima enrarecido se cierne errático sobre el país.

Algunas cosas quedaron claras: que ni la Federación de Cafeteros, no de algodoneros, ni de paperos ni de lecheros, etc., representan los intereses de los campesinos y muchísimo menos son sus interlocutores. Hecho deplorable que suscita la obligación perentoria de repensar sus directivos. Y, a los actuales, pues patitas a la calle.

Quedó claro que pese a los méritos del presidente, y los aciertos innegables de su Gobierno, los colombianos estamos cansados de sus bandazos, de las aguas tibias. El nuevo gabinete, contadas excepciones como Iragorri, Gómez Méndez y creo que el guajiro, es flojo. Además, “en la foto” parecían los negociadores del paro de camioneros... Por favor. El hábito sí hace al monje. Cuesta arriba para Santos retomar la confianza de los ciudadanos. Ojalá lo logre, porque las demás opciones son de llorar.

Quedó claro que las Farc están meando fuera del tiesto. No se dan cuenta de que el noventa y pucho de los colombianos no los quieren, y que es a regañadientes y tragando grueso como se está aceptando una negociación. Sus posturas arrogantes y manipuladoras. Su soberbia infinita y sus propuestas, algunas inaceptables, lejos de convencer a los ciudadanos, causan más rechazo y desconfianza.

Quedó claro que los “partidos” ya no representan a los colombianos. Lo ocurrido durante el paro fue patético. Ante la incapacidad de canalizar el clamor de sus regiones, optaron por chupar rueda, quedándose callados, ofreciéndose como intermediarios. Vergüenza los godos reclamando “más mermelada”, o la sanguijuela samperista que no pierde una, reubicándose. Qué tal Simón el bobito proponiendo a Serpa como cambio generacional. Yo propondría a Tutankamón.

Quedó claro que la Corte tiene atributos circences. Primero que los cabecillas de la guerrilla no tenían que pagar cárcel y luego que sí. A qué le juegan, no sé, pero a algo non sancto. Al son que les toquen bailan, con tal de no bajarse del pedestal.

Lo más claro de todo: EL DESENCANTO. Con los gremios que no miran la realidad del país, sino a sus élites electorales. Desencanto de un presidente dubitativo y sin liderazgo. Desencanto de unos partidos políticos desuetos, sin ideología, que sólo piensan en dinero y en curules. Desencanto de una guerrilla ajena y desconectada de la realidad. Desencanto de una Corte pendular y mediática.

Desencanto general de ciudadanos que estamos hastiados de no sentirnos representados. Sin distingo de estrato social ni económico. Ciudadanos asfixiados, que no encuentran en las instituciones públicas ni privadas canales efectivos de expresión. Desencantos que lejos de apaciguarse, seguirán creciendo. Y crecerán porque no se avizora un horizonte, una toma de conciencia sobre la realidad. Una realidad de a puño, reflejo de un país vivo, vibrante y exigente que no se resigna a no soñar.

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