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LOS TEMAS REGIONALES RARA VEZ interesan en otras regiones ni muchísimo menos en la capital ni en los altos círculos del Gobierno, enfrascados todos en sus oficinas, prisioneros de sus propios puntos de vista y de los áulicos que les rodean.
De vez en cuando nos visitan, prometen, ordenan, comen, reciben aplausos, evaden preguntas comprometedoras y se van con su discurso a otra parte. Llámense estas visitas concejos comunales, foros, inauguraciones o ceremonias patrias. Saltamos a las primeras páginas cuando el escándalo se convierte en narcoescándalo, paraescándalo o afecta a la mandíbula de mandatarios a los que venció el peso de su propia corrupción. También merecen titulares accidentes de tránsito con más de cinco muertos, atracos espectaculares o atentados terroristas. Los demás aconteceres importan un bledo. Triste verdad, pero verdad.
Por lo mismo saco a la opinión nacional la “renuncia” de Eduardo José Victoria como gerente de las Empresas Municipales de Cali, intervenida desde hace seis años por el Gobierno Nacional. Intervención, por un lado, que tuvo su razón de ser cuando nuestra Empresa estrella (modelo en Colombia en sus primeros años) cayó en las manos de la corrupción y el clientelismo rampante. Ex sindicalistas ahora honorables Padres de la patria la fueron desguazando milimétricamente hasta que quedó en sus rines.
Pero Eva María Uribe, su interventora, nombrada por el presidente Uribe, se nos fue enquistando como hacen los nuches, que empiezan pequeñitos, rascan un poquito y luego crecen dentro de la piel hasta que el gusano nace, crece, se adueña y nos carcome.
Eva María se fue adueñando de manera dictatorial de todas las decisiones de Emcali. Cual Evita Perón en sus momentos de gloria ególatra se trepó al pedestal inalcanzable desde el cual manda, ordena y ejecuta a su antojo. Varios gerentes pasaron el tamiz de la selección, el aplauso y el apoyo, y posteriormente a la menor discrepancia fueron apartados del cargo de un plumazo. Curiosamente, la interventora pasó de agache algunas veces cuando se le cuestionaron contratos o decisiones no muy claros.
La gota que rebosó la copa fue la “renuncia” intempestiva de Eduardo José Victoria, su último gerente, uno de los empresarios más brillantes de nuestra región, quien logró lo imposible: en dos años sacar Emcali de la quiebra y tenerla con más de 20.000 millones de superávit. Evita criolla se empezó a sentir mal con la verticalidad y las decisiones de Victoria, y logró hacerle la vida imposible quitándole funciones, desconociendo sus decisiones y proyectos, forzándolo a ceder a sus imperativos. Eduardo José no se dejó mangonear, se mantuvo firme en sus conceptos y ante el muro de contención de Eva María, quien prefirió descabezarlo de un tajo cual mesalina tropical para ofrecer su cabeza a los intereses del gobierno central, decidió renunciar irrevocablemente a su cargo, despertando la indignación y el rechazo de la ciudadanía caleña.
El compromiso del presidente Uribe fue claro: mantener Emcali como empresa pública. Ese fue el acuerdo sagrado. Pero como al presidente Ubérrimo le importa cinco saltarse todas las barreras que le incomoden se ha hecho el de la vista gorda ante semejante atropello.
Evita criolla ha nombrado a Susana Correa, funcionaria que gerencia en la actualidad otra de nuestras intervenidas empresas: Emsirva (la empresa del Des-aseo). No sé si Susana aceptará ser la “yes-woman” que Eva María Uribe necesita. El mensaje es claro: obedecen o se van. Punto. No pierde Eduardo José Victoria, pierde, una vez más, esta ciudad que pareciera estar maldita: Cali. ¿Hasta cuándo nos tendremos que soportar a la Evita criolla?
