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El distanciamiento de los juanes

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Aura Lucía Mera
16 de abril de 2012 - 11:00 p. m.
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Una verdadera pérdida para la esperanza de la restitución de tierras y la reparación a víctimas de este conflicto irracional y macabro, que parece no tener fin, fue la renuncia de Juan Manuel Ospina al Incoder.

No tengo ni idea de las entrelíneas, ni el mar de fondo de esta renuncia, pero sí quiero afirmar que si alguna esperanza teníamos los colombianos era que al fin llegaría, por lo menos en parte, la justicia para los miles de desplazados que tuvieron que abandonar sus tierras, sus enseres, su trabajo para salvar sus vidas o para evitar más muertos cercanos.

Juan Manuel Ospina es vertical, cosa que pocos funcionarios públicos son. Su honestidad y sentido de la responsabilidad son inquebrantables. Recibió una entidad desbaratada y desgreñada. Tuvo que hacer malabares para enderezarla un poco y prenderle el motor de arranque. Logró en poco tiempo algo que nunca figuró en ninguna agenda de ningún gobierno: iniciar la restitución de las tierras. Todos sabemos que la sangre que ha recorrido nuestra geografía es en gran parte por la posesión de tierras. Desde la violencia desatada entre godos y liberales, siempre los que “ganan” atropellando y matando, disfrazados de ideologías chimbas, se apoderan de las tierras de los “perdedores”, que ponen los muertos, las mujeres violadas y los niños huérfanos.

Mucha agua ha corrido bajo el puente desde que los paramilitares, con una sevicia demente, arrasaron pueblos, propiedades, parcelas, minifundios, desde que las Farc y el Eln dejaron sus ideologías iniciales para asesinar inmisericordes a los mismos campesinos y a ese “pueblo” que se suponía querían ayudar. Todo se volvió narcotráfico, bombas, asesinatos a mansalva. El monstruo de la sangre se despertó y nadie lo ha podido aquietar.

Por eso lamento el distanciamiento de los Juanes, que al inicio parecían el binomio triunfador de este difícil empeño, programa bandera del otro Juan, el presidente actual. Creo en Juan Camilo Restrepo. Siempre lo he visto combatiente y dedicado a pensar en lo mejor para su país. El binomio no tenía pérdida. Quién sabe qué sucedió realmente. Cuáles intrigas políticas, presiones, malentendidos y conceptos encontrados. La frase manida de que “Ospina iba lento” no se la cree ni Simón el Bobito . Una acometida de tal magnitud no se puede hacer a la ligera, ni de prisa, ni por salir en la foto.

Muchísimo menos cuando se recibe una entidad maltrecha y quebrada. Si algo distingue a Juan Manuel Ospina es que se emplea a fondo y no improvisa. Repito: una verdadera pérdida. Ese rayito de luz que empezaba a iluminar de esperanza y justicia, por primera vez en nuestra historia, queda ahora en la incertidumbre. No conozco la sucesora de Ospina. Ojalá se amarre los pantalones, y no le importe pisar callos, como lo estaba haciendo su antecesor. Devolver tierras será una lucha contra viento y marea. Son demasiados los intereses creados alrededor de este proyecto, y a muchísimos potentados, narcotraficantes, paramilitares, narcoguerrilleros y políticos no les interesa que esto se convierta en realidad. La única realidad que nos podría devolver la paz. Ojalá Juan Camilo Restrepo no se haya precipitado en aceptar la renuncia de Juan Manuel Ospina. Estamos en una coyuntura histórica en la que cualquier error puede ser irreparable. Y la restitución de tierras a través del Incoder no perdonaría el más mínimo error.

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