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¡El eco del dolor!

Aura Lucía Mera

29 de septiembre de 2014 - 10:06 p. m.

Así se de profundo y de impactante.

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Alfredo Molano Bravo nos comparte su peregrinar por toda la geografía de este país, “recogiendo el eco del dolor de hombres y mujeres, de costa a costa, de río en río, siguiendo el consejo de un campesino que me dijo ‘para conocer, señor, hay que andar’, y este ha sido el itinerario de mi vida”...

El jueves 24, en el auditorio León de Greiff de la Universidad Nacional, recibieron la máxima distinción académica, el doctorado Honoris Causa otorgado por el Consejo Superior Universitario, el poeta Juan Manuel Roca, el médico Gustavo Román Campos, la doctora María Mercedes Durán de Villalobos y el sociólogo Alfredo Molano Bravo.

Por primera vez en muchos años accedió a cambiar sus bluejeans y sus tenis por el lino y el cuero. Muestra de respeto profundo por su Alma Máter, donde se forjó su pensamiento y su destino, quebrando su lema sagrado “donde no puedo entrar de tenis no voy...”.

Ya en el podio nos compartió cómo fue su sorpresa al ser admitido en la Nacional “después de haber estudiado un bachillerato entre mesas de billar y salas de cine...”. Aceptado por Orlando Fals Borda, Camilo Torres Restrepo y Eduardo Umaña Luna. Los tres hombres que más influenciaron en su vida. Se cumplía así su sueño de estudiar sociología y romper la tradición familiar de seguir el derecho.

“Orlando nos enseñaba el país real, Camilo el país posible y Umaña Luna el país ético. Así en las aulas oíamos, en los prados digeríamos y en la 26 y la 45, a piedra, defendíamos”.

“Mi gran maestro, Héctor Abad Gómez, me mandó en una ocasión al Alto Sinú y me dijo: ‘vaya, mire y me cuenta...’”. Y así fue como en San José, un pueblo perdido en la geografía, escuchó por primera vez hablar de ‘Los años del Tropel, Los años de Sangre...’”.

Así fue como Alfredo Molano se dedicó a recorrer Colombia para escuchar y contarnos. Aprendiendo a mirar “con la mirada campesina, ese agujero por donde sigo mirando al país”.

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“Opté a conciencia por contar lo que me habían contado, lo que me habían confiado”. Y de eso se tratan precisamente sus libros. Las historias que le han contado esos campesinos, mujeres y hombres, quienes le han compartido sus sueños, sus tragedias, sus esperanzas y sus dolores.

Precisamente por eso no recibió su doctorado en París. Porque jamás se quiso plegar al lenguaje académico y frío, aséptico, que exigen las tesis doctorales. Prefirió caminar, peregrinar con sus jeans, sus tenis y su mochila por toda Colombia, escuchando. Y así comenzó a escribir.

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“Si se tiene miedo de escribir, es porque se tiene miedo de escuchar, porque se tiene miedo de vivir”.

Alfredo Molano ha vivido intensamente cada minuto. Caminando, preguntando. Porque aprendió a escuchar y nunca tuvo miedo de escribirlo. De contárnoslo. Gracias a sus libros podemos conocer nuestra historia contemporánea. La verdadera. La de esos miles y miles de seres humanos a los cuales jamás se les había dado voz. En sus obras ellos son los que tienen la palabra. Depende de cada uno de nosotros si queremos escucharlos.

PD. Algunos libros de Alfredo Molano: Siguiendo el corte, Los años del tropel, Del llano llano, Del otro lado. Selva adentro, Trochas y fusiles y Ahí les dejo esos fierros.

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