Uno por uno, uno. Dos por dos, cuatro... y si seguimos, trillones de trillones no son el final. The sky is not the limit. Así es y así estamos. Nos hemos convertido en tablas de multiplicar ambulantes, y si no aprendemos a restar, pues al más allá vía exprés. Lo más seguro es que caigamos a la paila por ser culpables de esta multiplicación infinita. No vale llegar con carita de yo-no-fui donde san Pedro, el pescador barbudo que tiene el llavero de la felicidad. Somos responsables de las vidas nuestras y de las ajenas, de no arrastrarlas en esta carrera demencial que ha desbocado la Parca.
Es el momento de...
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