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El grano de arena

Aura Lucía Mera

23 de marzo de 2020 - 08:59 a. m.

Uno por uno, uno. Dos por dos, cuatro... y si seguimos, trillones de trillones no son el final. The sky is not the limit. Así es y así estamos. Nos hemos convertido en tablas de multiplicar ambulantes, y si no aprendemos a restar, pues al más allá vía exprés. Lo más seguro es que caigamos a la paila por ser culpables de esta multiplicación infinita. No vale llegar con carita de yo-no-fui donde san Pedro, el pescador barbudo que tiene el llavero de la felicidad. Somos responsables de las vidas nuestras y de las ajenas, de no arrastrarlas en esta carrera demencial que ha desbocado la Parca.

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Es el momento de obedecer, gústenos o no. Libertad es la capacidad de escoger, y es nuestra obligación elegir la obediencia. Pensar, aunque solo sea por 40 días, en los demás... y pensar en los demás, curiosamente, en estos momentos empieza por pensar en nosotros mismos, como granitos de arena solitarios, pero definitivos, en la formación del universo.

Si no obedezco, multiplico. Si obedezco, soy unión. Así de simple. Así de complejo. Confieso que me cuesta trabajo. Siempre he sido “yo me mando” y me gusta ser transgresora y saltarme las vallas. No es una virtud, pero acepto que así soy. Aprendí a base de terapias a bajar la cabeza y a reconocer que me estaba yendo al pozo sin fondo y arrastrando a mis seres queridos. No fue fácil, pero lo aprendí. La humildad y la obediencia, esos dos intangibles que no se adquieren en los supermercados ni se cotizan en la bolsa, me salvaron de la autodestrucción y del infierno emocional.

El “solo por hoy” me entregó las herramientas. Aprendí a usarlas. Las uso en estos días con más convicción y disciplina. Así me cueste y me den arrebatos de rabia. Respiro hondo y agradezco ver un nuevo amanecer, comunicarme con mis hijos y nietos, con mis amistades, tener la oportunidad de leer, de estar conmigo misma y ser mi amiga. Pienso en esos miles de seres que han tenido que morir solos, aislados y entubados, víctimas inocentes de la pandemia microscópica que no vemos, pero que nos mata.

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Muchos de ellos contagiados sin saber, víctimas de la multiplicación maldita, de la desobediencia soberbia. Un segundo de contacto bastó para caer heridos de muerte. No lo sabían, no lo sabrán jamás. Hasta el momento no sé si soy portadora asintomática, como todos los que todavía “estamos a salvo”. No me puedo permitir ese crimen silencioso de salir a pasar el virus... o que me lo pasen.

La obediencia no nos hará inmortales. Todos y cada uno tendremos un final de viaje, pero no podemos llevarnos a los demás como esos carros fantasmas que atropellan y se dan a la fuga.

El planeta se recupera y nos demuestra que le sobramos, que se hartó de nosotros. Y con razón. Tantas civilizaciones desaparecidas, imperios extinguidos... Este planeta herido nos está dando una oportunidad única y última: convertirnos en un grano de arena, uno más uno, y empezar de cero, bajo otros parámetros. ¿Lo lograremos? No lo sé, pero hoy soy una granito de arena. Solo por hoy...

Posdata. Acato las medidas del presidente Duque y de las autoridades departamentales y regionales. ¡Unidos saldremos adelante!

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