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El huracán Laura

Aura Lucía Mera

12 de abril de 2022 - 12:30 a. m.

Sin verlo venir, de pronto estalló en forma de libro, precisamente para esta semana que inicia, la Santa. Unos rezan, otros pecan, otros beben, otros ayunan, otros quedan como camarones quemados y otros la pasan enruanados. Cada uno hace de su capa un sayo y de lo que le dé la gana un candelabro.

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Lo que sí deberíamos hacer todos es dejar de hablar de política por estos días. Respirar otro aire, escuchar otras voces. Apartar el monotema de chats, titulares, semanarios, noticieros, habladurías y mentiras. Ensanchar pulmones y darse cuenta de que existen otras cosas: la música, los libros, los yarumos plateados, las acacias amarillas, las ceibas panzonas, los atardeceres, la lluvia, el sol y la niebla traviesa que alcahuetea a los duendes cuando trenzan la crin de los caballos... Sacar el alma de la noria y caminar por otras trochas, caer en la cuenta de que el mundo sigue girando y dejar de mirar hacia abajo como gallina mierdera o volar en círculos como chulo carroñero.

Esta semana para muchos es color púrpura y luto, o alegría infinita por la resurrección. Los camanduleros recordarán a Jesús crucificado, pero seguirán campantes sin practicar sus enseñanzas. De nada sirven los golpes de pecho si continuamos odiándonos y metiéndonos zancadilla.

Me voy pa la montaña, armada de libros. A desintoxicarme de hablamientos y pensadurías. A retomar fuerzas para seguir adelante después de la muerte que se llevó a traición a una amiga, hermana de alma y vida, compañera de risas y viajes, compartires y silencios, de tristezas y alegrías. Caminaré de nuevo con zapatos rojos.

Me llevo entre pecho y espalda, para volver a leerlo, Sin verlo venir, el testimonio de vida de Laura García. Un verdadero tsunami, un huracán que revuelca por su honestidad, su crudeza, su análisis frentero, casi impúdico, sobre sí misma y la realidad de este país.

Laura García, mujer compleja, enigmática, valiente, apasionada, frágil, dura, tierna, salvaje y sumisa. Como actriz, sus interpretaciones en teatro, cine y televisión son siempre impecables y poderosas. Como mujer insondable, a veces misteriosa, solitaria, de repente nos descubre su alma, sus pensamientos íntimos, sus tormentos internos, sus recuerdos de infancia, sus temores y fortalezas. Es una madre coraje, una olla en permanente ebullición, impredecible.

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Sin verlo venir, un monólogo que salta, avanza, retrocede, sueña, llora, blasfema, perdona y recuerda. Cada página es filuda, como las cuerdas de un violín bien templado desde donde salen a la luz vibraciones que hurgan profundidades secretas y estremecen y enriquecen y enseñan y dejan huella. “Este bello libro, escrito con cierta fiereza, desparpajo y mucha inteligencia, (...) nos lleva de la mano a un pasado y a un país en el cual crecimos viendo cómo una generación nacida en los años 50 tuvo que emanciparse asumiendo costos muy altos que abrieron el camino para muchos”, se lee en la contracarátula.

Creo que este tsunami lo parió en pandemia, porque el encierro, el temor y la claustrofobia dispararon su mente y agarró el lápiz o el teclado, el lienzo de la hoja en blanco. Pudo así sobrevivir a la soledad obligatoria para contarnos y contarse su historia sin filtros, casi como un orgasmo disparado en palabras.

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Laura García, gitana, caminante, artesana de sí misma, timonel de su nave. Agradezco al COVID-19 que le hizo parir ese hijo que llevaba gestando desde que nació y quiso compartirlo con todos sus lectores. Qué personaje, más importante que todos los que ha representado. ¡Regalo para esta semana de pasiones!

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