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El infierno es la ignorancia

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Aura Lucía Mera
22 de abril de 2014 - 02:16 a. m.
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Aterrizó en Madrid. Llegó al hotel con ese cansancio de volar horas enteras por un océano que no termina jamás...

Así me haga la dormida en el avión, de pronto las imágenes del Malaysia perdido entre las profundidades me asaltan y me trago un sanax para no darme cuenta si acaso no vuelvo a ver tierra firme... Al fin la costa de Portugal se asoma y desde la ventanilla le mando besos. Terra. Ya esa impotencia infinita de volar sobre las aguas termina y el placer de divisar la Sierra del Guadarrama todavía con nieve me embarga. Como decía una tía abuela: “vivan las lombrices que son de la tierra”.

Antes de subir a la habitación paso por la cafetería. Con voz de “sudaca” implorante logro que me regalen el único ejemplar de El País, porque sé que se fajó un especial sobre García Márquez impresionante. En su primera página titula: “El genio de la literatura universal”, le dedica el editorial con: “Ha muerto un mundo” y el especial le dedica 32 páginas. Lo llaman “Un escritor amado”, “Maestro universal”.

Transcriben comentarios de lectores ilustres sobre su obra, citando a Tomás Eloy Martínez, Carlos Monsiváis, Carlos Fuentes. Heinrich Boll, quien entre otras cosas comenta: “García Márquez nos descubrió un continente y nos enseñó lo que habíamos olvidado acerca de cómo contar historias”.

Su amistad con Fidel Castro ocupa una página entera titulada “Una pasión correspondida”, con una foto de ambos en 1985, contándonos cómo se conocieron en Camagüey en 1959 y cómo desde entonces Gabo “Fue su confesor y consejero literario y su cómplice para mediar en conflictos”. Así, de común acuerdo en el ochenta y cinco, fundaron la Escuela del nuevo cine latinoamericano, teniendo alumnos de la talla de Coppola, Robert Redford, Costa-Gavras. Y cuando el papa Juan Pablo II visito la isla, Fidel lo sentó a su lado durante la misa Pontificia en la Plaza de la Revolución, ante un millón de cubanos.

Entro en los periódicos colombianos y me encuentro con la perla de que una representante a la Cámara, por el Uribe (Centro Democrático) ha enviado un tuit mandando a García Márquez y a Fidel Castro —cuando se muera— a los infiernos.

Primero que todo, por si no sabía María Fernanda Cabal, ya un papa anterior había declarado que el infierno no existe. Pero no me extraña nada el comentario de la ficha del uribismo: por algo todos los regímenes fascistas han quemado libros y para no ir demasiado lejos, en el régimen de Franco se lanzó en el Ateneo de Madrid el grito de “¡Abajo la inteligencia!”.

El verdadero infierno, señora, está en este mundo y se llama IGNORANCIA. Usted ya vive en él. La compadezco, pero más compadezco a mis compatriotas, incluyéndome, por tenerla sentada en el Congreso. Ojalá no se le ocurra abrir la boca. ¡Con su comentario ya pasó a la inmortalidad!

PD: Pensándolo bien, ojalá existiera una paila eterna, a la cual me apunto, para poder estar con Gabo, Tomás Eloy, Baudelaire, Rimbaud, Thomas Mann, Solzhenitsyn, Trotski y, por qué no, invitar a Alfredo Molano, Héctor Abad, Enrique Santos, María Jimena Duzán, Patricia Lara, Lucho Garzón, María Elvira Bonilla, Vladdo, y tantos otros que se atreven a pensar. Una paila llena de libros que remueven neuronas. ¡Sería una paila hirviente celestial!

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