Tengo prohibido en mi casa hablar de política. En reuniones con amigas o en familia, religión, enfermedades y política son causas de enemistades eternas, y nadie da su brazo a torcer. Que cada cual haga de su capa un sayo, pero que no trate de vendérselo al otro.
Pero en estos días, entre titulares de periódicos, noticieros y redes sociales, es prácticamente imposible no dejarse contaminar. El intocable fue tocado, y se desató la polarización. El opinómetro se desbocó y no hay quien lo contenga.
Maldiciones para la jueza, marchas de carros con letreros y pitazos clamando inocencia, artículos envenenados contra los Hijosdalgos,...
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