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El pasado como luz

Aura Lucía Mera
09 de enero de 2024 - 02:05 a. m.

Se encienden los motores. Recuerdo las palabras de Albert Camus, ese genio del pensamiento, quien murió en un absurdo accidente de tráfico a la temprana edad de 46 años. Como si presintiera que su vida sería corta, la vivió intensamente, exprimiéndola hasta el fondo, dejándonos un legado inmortal. Sus obras —La peste, El extranjero, La caída, El Mito de Sísifo— siguen vigentes, actuales, punzando conciencias, incomodando.

Jacobo Bergareche, guionista, productor cinematográfico y escritor, cuyo hermano menor fue asesinado en Angola, cita a Camus en una entrevista de El País de España por su último libro, Las despedidas. “La nostalgia es una manera de mirar al pasado que oscurece el futuro. Hay una manera de mirar al futuro alumbrándolo con el pasado, aquella frase tan bonita de Camus, la del verano invencible: aprendí que dentro de mí hay un verano invencible. Y esa luz es la que le ayuda a iluminar un mundo oscuro que es el de la posguerra. Hay que hacer lo que propone Camus en ese ensayo de Retorno a Tipasa. Hay que tener el pasado como luz que alumbra lo que tienes delante. Quien mira con nostalgia ya solo mira hacia atrás. Por eso, la nostalgia es una enfermedad”, dice Bergareche. Además, afirma que cuando se acepta que todo el mundo se muere, es cuando se aprende a despedirse. Aceptar que los muertos nunca se van, que siempre vuelven cuando se escucha una canción, se ve a un amigo en común o se visita una ciudad compartida.

Es duro, difícil, pero sabio. Si nos quedamos incrustados en el pasado, en el duelo eterno, en los fantasmas de la nostalgia, jamás podremos seguir adelante. Nos estancaremos en una noria de culpabilidades, palabras que nunca dijimos, abrazos que no dimos, resentimientos no resueltos, en fin, tantas cosas para no avanzar, no volver a reír ni tener una nueva ilusión.

Por eso el instante es el más importante de nuestras vidas. Estar con alguien siempre puede ser la última vez, nunca lo sabremos. Simplemente seamos auténticos. Aprendamos a despedirnos cada vez que nos despedimos, sin dejar nada por decir ni guardar nada para “la próxima vez”. Dejemos que el pasado sea la luz que ilumina ese instante, para recibir el mañana y estrenar un día más.

P. D. Me sumergí en Coetzee estos últimos días. En su territorio árido, inquieto e inhóspito, cada pensamiento, cada frase se clava como un cuchillo afilado. No en vano ganó el Nobel cuando aún era importante. Él también enseña el instante para “no vivir eternamente como una hormiga que no sabe dónde está su hormiguero”.

Encendamos el motor de arranque de este 2024 con valentía, entusiasmo, honestidad e ilusión. No sabemos qué pasará, pero cada día que vivimos es un regalo que no podemos desperdiciar.

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Fernando(30486)11 de enero de 2024 - 01:55 a. m.
Gracias por ésta hermosa columna.
Gonzalo(78085)10 de enero de 2024 - 09:21 p. m.
Todo lo que escribes es genial. Gracias por siempre Aura Lucía. Gonzalo Mejía García Manizales
Edgar(40706)10 de enero de 2024 - 03:33 p. m.
Lo comparto totalmente.
Carboleda(s5mpz)10 de enero de 2024 - 12:23 a. m.
Necesitamos más escritores como tú Aura. Gracias.
Glory(4txhc)09 de enero de 2024 - 06:58 p. m.
Gracias por esta columna tan hermosa!!! 2024 para vivir llenos de sabiduría y aceptar que nuestros muertos son un recuerdo maravilloso que nos visitan a través de unas palabras, canciones, momentos, en aquella flor del jardín o a través de otras personas.
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