EXISTE UN CONSENSO CASI UNÁNIme sobre la pretensión del ex ministro Arias de lanzarse como candidato a la Presidencia de la República como una falta de respeto a los colombianos.
Un ninato-clon que a su haber sólo tiene para mostrar su desempeño en el Ministerio de Agricultura, no muy afortunado en muchísimos aspectos, y su parecido en diminutivo a la figura del actual Presidente, realmente no son cartas de presentación válidas en ningún país del mundo, así fuéramos el más subdesarrollado del planeta. Una ambición desmedida, un ego que necesita terapia intensiva a todas luces y una falta de autocrítica son sus ases. Desafortunadas sus respuestas a la magnífica entrevista de Margarita Vidal en el diario El País, de Cali, el domingo pasado.
Habla como si ya estuviera en el poder y como si fuera de él no existiera posibilidad alguna para Colombia. No contesta las preguntas directas, evade los compromisos que suponen algún pensamiento propio y no clonado. Guerrerista, intransigente, mala copia de un dirigente que, aunque tengamos diferencias y no le comamos entero todo lo que nos quiera vender, ha sido un líder en muchísimos aspectos, ha trabajado sin tregua y ha logrado cambios importantes en sus dos períodos en el poder.
Falta de respeto a un país que tiene hombres y mujeres estadistas, preparados, maduros, con propuestas innovadoras y recorridos de gran experiencia. En la entrevista a Margarita Vidal se le nota molesto, incómodo, rabioso. No admite cuestionamientos ni reconoce que no tiene ideas propias. Mal haría el presidente Uribe en apoyarlo o guiñarle el ojo si no va a lanzarse a una tercera reelección. Si decide alejarse de esta contienda electoral sería mucho más sensato que simplemente dejara el campo libre para una contienda electoral imparcial, que de antemano ya se prevé difícil, tortuosa y llena de zancadillas y triquiñuelas, máximo con la posibilidad de que Chávez se convierta en un semoviente inamovible como los dinosaurios que se aposentaron en la Tierra por miles y miles de años, hasta que el Sol decidió ocultarse para que se pudieran extinguir.
El diminuto Arias debería dedicarse a formarse, a leer, a empaparse de lo que pasa en el mundo, a conocer que existen muchos caminos para lograr una paz que todos anhelamos y que no sólo de guerra y combates vive el hombre. Le falta no sólo mucho pelo pa moña, sino que carece de lo fundamental: madurez, cultura, humildad y trayectoria. Es increíble que Colombia, sin proponérselo, haya logrado la clonación de un ser humano. Pues lo logramos. ¡Auxilio!
Ahora, en esta polarización irracional que nos ha caído encima a los ciudadanos, como si no tuviéramos problemas de más envergadura, espero que no empecemos la estigmatización de que el que no está con Arias es antiuribista y el que está con Arias sí está “del lado bueno”. Por favor, más seriedad. Más respeto con otras formas de pensar. La verdadera seguridad democrática no se hace a punta de fusiles, sino con base en el respeto a la diversidad de opiniones y a los diferentes enfoques y propuestas sobre el devenir nacional.
p.d. Recomiendo el libro del italiano Roberto Saviano, Gomorra... para que de una vez por todas y sin importar el calendario que llevemos encima, perdamos la inocencia y sepamos con pelos y señales el tamaño demencial de la podredumbre del ser humano en la sociedad actual. Siglo XXI que huele a estiércol, a droga, a muerto, a sangre y corrupción y a desesperanza.