SE ESPECULA MUCHÍSIMO SOBRE lo que sucederá el próximo domingo.
Que la abstención crecerá, que el Mundial es más importante que acudir a las urnas, que todo está perdido con respecto a Antanas Mockus. Que la dupleta Santos/Angelino y su cohorte celestial ya están en las nubes y entonces para qué salir a votar. Que nos llevó el diablo a los que pensamos diferente y mejor pagar escondite a peso. Que es mejor mirar los goles en Sudáfrica y dejarnos meter el autogol, que sin la continuidad de Uribe, Uribito, José Obdulio, Planeta, el Opus, los Pines, los Paras, los Mismos, no tenemos salvación, y que la única opción es seguir en las mismas, más refinaditos, porque algo va del carriel y el caballo al jockey y al polo (claro que Angelino equilibra la balanza limpiándose los spaghettis con la guayabera) y que es mejor que nos den por el c... a mostrarlo, en fin que se especula mucho... muchísimo. Pero ya faltan sólo cuatro días para que los dados caigan y el circo continúe su función. Porque al final de cuentas, la mayoría de las cosas, si gana Santos, seguirán igual a menos de que empeoren. Como reza el sabio refrán “entre más vueltas demos más vueltas damos” y la noria, sigue girando.
Personalmente, las solas declaraciones de Antanas Mockus en Cali sobre la justicia y su importancia, sería razón más que definitiva para votar por él. Mientras este régimen se rasga las vestiduras porque al fin se ha condenado a alguien después de décadas del Palacio de Justicia, el profesor Mockus enfrenta la cruda y dolorosa verdad: que en Colombia hace años que no tenemos justicia. Ni Ministerio, ni presupuesto, ni nada de nada. Algunos quijotes que se la juegan toda arriesgando sus vidas para no dejarse llevar por la corriente, como es el caso de las Cortes, la Fiscalía y jueces que nadan contra la corriente para no dejarse arrastrar por un sistema perverso, permisivo y amnésico, en el que jamás ningún pez gordo cae, porque son intocables. Así tenemos la impunidad rampante en los asesinatos de Galán, Garzón, Gómez Hurtado, Rodrigo Lara, y si nos remontamos un poco más, llegamos a Gaitán y Mamatoco. Se toma a la ligera la consigna de “La vida es Sagrada”. Nos importa un rábano que los juzgados parezcan inquilinatos, que los Palacios de Justicia, exceptuando Bogotá que tuvieron que reconstruirlo porque lo exterminaron a tanqueta limpia, se caigan en pedazos. Ejemplo el del Valle, cuya sede todavía no ha sido digna de siquiera una primera piedra. Y sin justicia, legalidad, honestidad y educación no tenemos salida. Y no nos digamos más mentiras.
Se toman a la ligera los programas y planteamientos de Antanas Mockus, confundiendo su decencia con girasoles y pantomimas. Me resisto a constatar la ceguera en que nos sumergieron ocho años de caudillismo derechista y sesgado. Nos acostumbramos al autogol, porque se nos olvidó que sí podemos lanzar el balón lejos, con ganas, con pasión y con determinación y que sí podemos nosotros, los que queremos un cambio hacia la decencia y la justicia, meter el gol, el gol que hace años varios millones soñamos. Y que no nos resignamos, una vez más, a ver convertida esa esperanza, que puede ser real, en un nuevo autogol.