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En medio de videos, tuits, noticieros, titulares de prensa que se arrebatan por el rating la chiva del último insulto, las peleas grotescas y barriobajeras en recintos donde antes se manejaban ideas; gritos, golpes bajos, artimañas anormales, mentiras, tapen-tapen, esa avalancha diaria de acciones esquizofrénicas que nos está arrastrando a un caos imparable, pasan desapercibidas noticias que deberían copar todos los titulares de los medios.
Hace pocos días, casi 500 exmiembros de las Farc recibieron su diploma de bachilleres. Jóvenes del Meta, Guainía, Antioquia, Cauca, Tolima, Nariño, Cesar, Putumayo, Caquetá, Arauca, La Guajira y Norte de Santander se reunieron en una ceremonia sobria y emotiva para recibir sus diplomas y subieron a la tarima con sus togas y birretes. Definitivamente cambiaron las armas por los libros, lápices y cuadernos.
Esto hubiera sido inconcebible hace dos años. Si no se hubiera llegado a un Acuerdo de Paz, tal vez algunos habrían muerto o estarían mutilados, víctimas de una guerra fratricida. Igual que muchos soldados, los que antiguamente copaban las salas de cirugía del Hospital Militar.
El Consejo Noruego de Refugiados y la UNAD han hecho posible este logro, que seguirá funcionando pese a todas las trabas burocráticas y politiqueras orquestadas por enemigos de la paz. Estos muchachos tuvieron que lidiar con la falta de recursos, la burocracia, la incredulidad y la desconfianza. Dormir y vivir en carpas improvisadas, sin los materiales necesarios. Contra viento y marea. Muchísimos desertaron ante los incumplimientos del Gobierno, pero casi 500 perseveraron y hoy tienen su diploma, y desean seguir estudiando en áreas agropecuarias, construcción, mercados campesinos. Es el turno de las universidades de responder a este compromiso.
Gracias, presidente Juan Manuel Santos. Sin su entrega absoluta para lograr el Acuerdo, sin su terquedad y arrojo, sin su visión de estratega, esto no hubiera sido posible. Que miles y miles de jóvenes, soldados y combatientes hubieran podido conocer otra vida, otras oportunidades, otros amaneceres. Gracias por haber logrado cambiar a Colombia, aunque muchos sociópatas sigan empeñados en volver a la sangre y al dolor.
Lo felicito por su libro La batalla por la paz. Bien escrito. Ameno. Sin acusaciones ni justificaciones. Un repaso por nuestra historia, desde el comienzo del conflicto hasta la firma del Acuerdo. Un testimonio franco, abierto, escrito para la posteridad. Lleno de anécdotas, pasión, análisis, honestidad. Gracias de nuevo. Quiéranlo admitir o no, hoy Colombia es otra. Y seguiremos ese derrotero. ¡Ni un paso atrás!
Posdata. Presidente Santos: ¡excelente estratega, excelente escritor! Ojalá los analfabetos fundamentalistas leyeran su libro. ¿Serán capaces? O todavía no han aprendido a leer...
