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Grande, Almudena Grandes

Aura Lucía Mera

07 de diciembre de 2021 - 12:30 a. m.

Rebelde. Republicana hasta el tuétano de sus huesos. Congruente. Valerosa. Sus libros son las voces de aquellos seres que quisieron callar para siempre. Dejan huella y marcan. Una voz incómoda para muchos españoles. Una voz salvadora para la mayoría.

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Directa. Impecable en su prosa. Relatando verdades de a puño que siempre trataron de esconder. Desenmascarando. Revelando. Narrando. Investigando. Cada libro suyo es único y candente.

Candente y única fue su vida. Espontánea. Alegre. Generosa. Enamorada de su amor. Enamorada de la palabra escrita. Enamorada del canto y el baile. De la carcajada fuerte y sonora. De la irreverencia. Jamás tuvo miedo de hurgar heridas ni enfrentar detractores. Limpia su alma. Limpia su sonrisa.

La muerte enamorada, como escribió Miguel Hernández, la escogió sin preguntarle a nadie. De sopetón. Sin embargo, ya había escrito su columna para El País de España, que saldría el 5 de diciembre. No alcanzó a leerla. Era sobre el Lute, ese famoso bandolero, mítico, y la infinita tristeza de sus ojos.

También escribió en otra columna por qué no pudo asistir a su caseta en la Feria del Libro en Madrid este año, pidiendo disculpas por no haber compartido con sus lectores la causa de su ausencia y prometiéndoles regresar. Ese texto lo tituló “Tirar una valla”, que rompe las gargantas de tristeza. Un mes después esa maldita muerte enamorada se la llevaría sin piedad.

Grande en sus pensamientos. Grande en su corazón. Grande en su valor. Fiel a sí misma por encima de todo. Madrid quiere declararla su hija preferida, pero políticos de ultraderecha se oponen. Qué vergüenza histórica. La podredumbre política bastardeando y pisoteando una vez más los legados culturales.

El Madrid pensante, el que lee, el artístico, el culto, invadió el cementerio de La Almudena con libros bajo sus brazos y poemas, acompañándola en su viaje final. Una multitud enamorada de Almudena Grandes, que entregó su vida a escarbar historias y compartirlas de manera única, profunda, dolorosa, alegre y, sobre todo, humana.

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La recuerdo en un Hay Festival en Cartagena, arrolladora, apasionada, tan llena de vida, que la muerte enamorada y celosa nos la arrebató. Sin embargo, no podrá llevarse sus palabras, que quedarán eternas en el tiempo.

¡Grande, Almudena Grandes! Seguirás volando como los vencejos que jamás descansan y son el símbolo viviente de la verdadera libertad.

Posdata I. Su nombre proviene del árabe al-mudayna, que significa ciudadela. Vale recordar que fueron ellos, los árabes, quienes conquistaron Madrid. Almudena unos días antes de morir escribió un artículo sobre esta Virgen que escondieron los cristianos y cómo la encontraron enterrada en una muralla tres siglos después, convirtiéndose en la Virgen madrileña.

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Posdata II. En Cali ninguna librería tiene libros de Almudena Grandes. ¡Qué vergüenza!

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