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Si 20 años no es nada... 10 son toda una experiencia única, intransferible.
Son 10 años de cultivar un ADN particular e intangible, el ADN de la lectura, que ha sido posible gracias al Hay Festival que llegó a Cartagena, a este trópico mágico, desde la helada Gales, y se convirtió en la columna vertebral para los que amamos los libros.
Pensar que en un pueblito escondido, unos amigos libroadictos empezaron a reunirse para hablar, precisamente, de lo que amaban: la aventura interior que los llevaba a otros mundos, a vivir otras pasiones, tal vez las de sus ilusiones, a llorar con otras tragedias, a indignarse con otras injusticias. A apasionar el corazón con experiencias grabadas en palabras.
Todavía tengo en dentro de mí la voz pausada de Phillipe Claudel, relatándonos cómo en Francia todavía en algunos se pueden encontrar bombas enterradas, o algún resto óseo de esos millones que murieron en las guerras, cómo todavía en tardes de invierno el silencio helado relata muchas cosas.
O Bertha Muller, esa mujer delgada, como La Piaf de las letras, respondiendo en pocas palabras, afiladas y consisas, los horrores de la dictadura, el hambre y la represión que había vivido en su Rumania natal. Esa mujer que jamás se rindió al silencio y al temor, y palabra por palabra desgranaba sin pudor ni piedad todo el dolor de su país.
Rosa Montero, Vargas Llosa, Almudena Grandes, Héctor Abad, Ian MacEwan, Jhon Lee Anderson, ese caleidoscopio mágico de conversatorios informales, de encuentros en la Plaza de Santo Domingo, donde se comparten ideas y se charla en compañía de una limonada de coco
El Hay cumple 10 años. La cita empieza este fin de semana. Días luminosos, acompañados de las brisas vespertinas, en los que el Teatro Heredia, el Claustro de Santo Domingo y su plaza, el Hotel Santa Teresa y el Santa Clara, el Baluarte, se convierten en nuestro hogar. Días en que la mente tiene la oportunidad de dispararse a otros horizontes, salir de la claustrofobia en que nos mantienen noticieros nacionales y emisoras, apartar la politiquería y la mezquindad de nuestros dirigentes, y abrir los ojos y el corazón a otras ideas, a otros mundos... comprender que el mundo es “ancho y ajeno” y que sólo a través de los libros podemos enriquecernos espiritualmente y comprender, sí , comprender tantas cosas..
Gracias de nuevo a los Quijotes que apostaron por Cartagena y nos regalaron el Hay... Gracias por ese tesón, ese entusiasmo, ese fervor, ese amor por la palabra escrita, hablada, gesticulada...
El Ministerio de Cultura ha realizado una magnífica labor en el fomento de la lectura. ¡Felicitaciones!
PD. Un adiós, un abrazo largo y del alma, a Germán Patiño, que se nos fue sin avisar... Amigo, interlocutor, investigador. Hombre íntegro, que se la jugó por devolvernos a los vallecaucanos nuestra identidad, el orgullo por nuestras raíces, y nos enseñó a querer y admirar la riqueza cultural de nuestro Pacífico abandonado... Gracias por defender Incolballet, el Petronio, las artes plásticas, las manifestaciones autóctonas, nuestros valores ancestrales. ¡Difícil encontrar otro Germán!
