Solamente en un país amnésico se puede elegir a un personaje tan oscuro y cuestionado como Álvaro Uribe Vélez “colombiano de la historia”.
Leí la noticia cuando me encontraba en Quito, precisamente haciéndole un reportaje a Gonzalo Ruiz, el subdirector del diario El Comercio, sobre la Ley de Comunicaciones, recientemente aprobada, que en síntesis no es más que una burda y arbitraria prohibición a la libertad de expresión. El “linchamiento mediático” es la consecuencia final, cuando algún comunicador se atreva a opinar o cuestionar algo que vaya contra los intereses y abusos del presidente ecuatoriano y su cuadrilla de áulicos.
Curiosamente, cada vez encuentro más similitudes entre Uribe, Correa y lo que queda del chavismo, ahora una caricatura de lo que fue su desaparecido comandante. Los tres personajes, aunque uno ya no está, pero sigue hablando en forma de pajarito, son, en el fondo, idénticos. Tienen un perfil, es mi opinión personal, de sociópatas. O sea, víctimas de un desorden de personalidad o enfermedad mental con pésimo pronóstico de recuperación, y esto lo puede confirmar cualquier psiquiatra. Caudillistas, soberbios, insaciables en su ambición de poder, atrabiliarios, que creen firmemente que el fin justifica los medios, chantajistas, insultantes, enemigos acérrimos de cualquier persona o grupo ideológico que no esté de acuerdo con ellos, incapaces de sentir empatía verdadera por nadie, desconocedores del significado de la palabra lealtad, rodeados siempre de mediocres y hombres de paja que tienen que obedecer ciegamente sus mandatos, y si caen en desgracia, los abandonan a su cochina suerte.
Jamás en este país ha salido un gobierno tan cuestionado. Congresistas encarcelados, exministros ídem, “chuzadas” y espionaje a los que jamás comulgaron con el régimen, autoritarismo, cercanía, por decir lo menos, con los grupos paramilitares. Recordemos quién creó las “Convivir”. Alcahuetería con militares cuestionados, falsos positivos, exfuncionarios fugados a otros países para evitar la justicia...
Jamás un expresidente había interferido en forma tan arrogante y soberbia en los destinos de Colombia, jugando de enemigo acérrimo de su sucesor, en una forma que raya en lo demencial y grotesco. Sin ningún pudor, sin recato, sin dignidad. Su mente casi demente no puede concebir el no seguir dirigiendo las riendas de este país, como si todavía perteneciéramos a su hato de bestias y él siguiera de capataz. Esto lo sabemos...
Lo que cuestiono es que un canal internacional, que se consideraba serio e investigador, se haya prestado para semejante desvergüenza. Personalmente, como cientos de miles de ciudadanos, no me siento representada con esta elección. Sobra decir que jamás volveré a sintonizar el susodicho canal. Siento vergüenza ajena y propia. Es la gota que rebosa la copa, y que lo único que logra es polarizar aún más este país, de lo que ya está. No importa que tengamos a cuestas más de cinco millones de seres muertos, desaparecidos o desplazados. Lo importante, parece ser, es impedir a toda costa, aun manipulando canales extranjeros, con la perversa intención de obstaculizar el proceso de paz. Ahora sigámonos matando, entre los que queremos la paz y los que intentan impedirla. El orden de los factores no altera el producto.
