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Impacto

Aura Lucía Mera

07 de octubre de 2025 - 12:08 a. m.

“Ellas, todas ellas, pidieron ayuda a Dios, al hombre, a la naturaleza (…). Las que se comieron las hormigas, las negras de quemaduras, las agujereadas, las decapitadas, las desnudas sin vello púbico, las atadas con sus propios calzones, las vaciadas, las violadas, las deshechas en ácido, las ahogadas que se comieron los peces, las desangradas (...). Dios no ama, los hombres matan”. Fragmento de la primera historia de María Fernanda Ampuero, escritora ecuatoriana, residente en España, una de las voces más importantes de la literatura latinoamericana, traducida a varios idiomas.

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Sacrificios humanos, en su segunda edición, “nos empuja magistralmente a un universo húmedo, podrido y hostil, donde la violencia marca la narrativa de nuestras vidas (…). Sus personajes son mujeres rotas y violentadas, y hombres desesperados y hundidos (…). Violencias del patriarcado en sociedades cada vez más vulnerables a la pobreza y el miedo”.

Párrafos entre comillas, extraídos de la contraportada del libro. Historias cortas, impactantes, fascinantes, algunas en las que el personaje es ella misma, cuando se dio cuenta desde pequeña de que no encajaba en su propia familia, no correspondía a los estándares: era gordita, pelicrespa, mofletudita; ellos la querían rubia, flaca, frágil y delicada.

Cada frase golpea. Prosa impecable. Sacude tripas y alma. Denuncia verdades que nadie habla porque ya son parte del paisaje: ese maltrato diario hacia las mujeres; los feminicidios convertidos en estadísticas; el machismo que impera y seguirá imperando por más Me Too y feminismo; cientos, miles de mujeres que sufren en silencio, dentro de sus casas, situaciones humillantes: verbales, económicas, sexuales, sin derecho a chistar, aparentando socialmente, fingiendo en público, jamás un comentario convertido en chisme y habladurías. Aguantar infidelidades, borracheras, tolerar coitos sin ganas, ser violadas en nombre del sagrado sacramento; si llega a ser infiel, catalogada de “puta forever”, marcada para siempre como “mujer mala”, “mujer peligrosa”, “mala madre”, “jodida”.

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Mujeres marcadas desde su origen, desde la manzana o el higo y la serpiente. Acusadas de quitarle la inocencia a Adán, tan tranquilito y boludo, de repente convertido en verdugo eterno; su deseo de venganza vigente, por los siglos de los siglos. El falo y el hueco, la orden y la obediencia; “calladita se ve mejor”, “¿por qué llega tarde?”, “¿dónde estuvo?”, “huele raro”, “esa sonrisita no me gusta”, “ese vestido está muy escotado”, “cruce las piernas”, “cuidadito coquetea”.

Mujeres con burka, mujeres sometidas, mujeres que no pueden andar solas, cuyo único destino es la cocina, cambiar pañales, guardar silencio; mujeres asesinadas “por hombres llenos de ira e intenso dolor”. Las religiones monoteístas, las peores: islam, catolicismo, judaísmo. Siempre las mujeres un paso atrás.

Este libro, Sacrificios humanos, es impacto y dolor. Por eso hay que leerlo. A veces es necesario un bisturí para escarbar la herida y poder sanar.

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