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Indecentes anónimos

Aura Lucía Mera

19 de agosto de 2025 - 12:05 a. m.

Así como cuando el alcohol nos controla la vida y ya todo gira alrededor de él… los grupos de Alcohólicos Anónimos son la única medicina para poder liberarnos de esa compulsión demencial.

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Existen grupos para adictos a las compras, al sexo, a la comida, al juego, a los opioides. Todos se llaman Anónimos porque ni el apellido, ni la chequera, ni la posición social cuentan. Todos, desde el millonario hasta el mendigo, el obispo o el sicario, están en la misma barca náufraga.

Crece la audiencia de adicciones en este país del Sagrado Corazón. Adictos a la indecencia, como bien lo describió Juan Carlos Botero. Adictos a la ira. Adictos al resentimiento. Adictos a los insultos.

Un expresidente, encerrado en su jaula de oro como el canario, lanza a grito herido oprobios contra otro expresidente por haber asistido a la velación de un joven político asesinado por la ira de algún opositor a sus ideas. El dolor pasa a segundo plano.

En el Senado y en la Cámara se acabaron los debates y las ideas. Solo insultos, amenazas, vulgaridades y gestos de perros con peste de rabia, mostrando los dientes, son los que aparecen en las fotos. Recordad la vaquera aulladora.

Un presidente en ejercicio, con su lápiz entre sus deditos regordetes y húmedos (me los imagino, y me pregunto qué pasaría si se le pierde el lápiz), grita deshilvanado oprobios contra todo y todos: empresarios, agricultores, políticos, el rumbo del cosmos. Está rodeado de otros roedores, de dientes afilados, pensamientos oscuros e ideas non sanctas, expertos en triquiñuelas y zancadillas. El mandatario no ejerce: solo grita. No le sale espuma por la boca de milagro. A veces hace bizco y el lápiz le tambalea.

A este país no se lo llevó el putas, sino la peste de rabia, la indecencia, la corrupción, la polarización, el fundamentalismo y la ignorancia. Las “bodegas” cargadas de XXX, llenas de excrementos verbales, lo demuestran. Basta ver los chats de amigos, periodistas y profesionales cuando alguno se atreve a contradecir lo que escriben.

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Recuerdo las estrofas del poeta Gonzalo Arango, fundador del Nadaísmo, movimiento irreverente que cuestionaba esquemas con inteligencia y sentido del humor. A él pertenecieron escritores de la talla de Jota Mario, Eduardo Escobar, Elmo Valencia, Jaime Jaramillo Escobar, Amílcar Osorio, Eduardo Romero y Darío Lemos. Fue un movimiento de vanguardia en una sociedad pacata, parroquial y bajo las garras del Concordato:

“Una mano/ más una mano/ no son dos manos./ Son manos unidas./ Une tu mano/ a nuestras manos, para que el mundo no esté/ en pocas manos,/ sino en todas las manos”.

Unámonos. Rescatemos la decencia perdida. Prohibamos los insultos y la vulgaridad. Sancionemos el amarillismo y el morbo de los medios de comunicación. Una sociedad llevada por la rabia no tiene futuro. Y el fondo no tiene fondo: seremos un agujero negro sin esperanza de un nuevo amanecer.

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