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La bella durmiente

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Aura Lucía Mera
07 de noviembre de 2011 - 11:00 p. m.
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Estoy de acuerdo con la columna de Héctor Abad del domingo pasado, titulada “Ay Manizales del agua”, en la que afirma que más que las catástrofes que han azotado a esta "ciudad española", lo que la tiene colapsada es la pasividad de sus habitantes.

De acuerdo. Manizalez parece “la bella durmiente”, inmóvil, indiferente, resignada, sin capacidad de reacción ante nada. Décadas de gobiernos caudillistas, de gamonales intocables, de componendas electorales, pareciera como si a la “bella andaluza” le hubieran inyectado una sobredosis de bótox y la hubieran paralizado, dejándola fría, yerta, incapaz de reaccionar.

Lo que ha sucedido con el agua, y posteriormente con el alud que sepultó familias enteras, también a causa de un tubo del agua, merecería la reacción aglutinada de toda la población: los que viven en “el marco de la plaza”, los estudiantes, los empresarios cafeteros, los paisajistas, las trabajadoras sexuales, los drogadictos, los curas y los ateos.

No es posible que al alcalde no le hayan exigido la renuncia, ni lo hayan estampillado contra la pared. No es posible que al responsable de los acueductos y los tubos no lo hayan encarcelado, inclusive por “homicidio culposo, mal agravado” y todas esas perlas de adjetivos que tiene la ley cuando le conviene. Pareciera que así como al nevado del Ruiz se le derrite la nieve, a los habitantes de Manizales se les hubiera derretido la sangre y, como son andaluces, se les hubiera transformado en horchata. Líquido insaboro, incoloro. Leo que eligieron otro alcalde de la misma corriente que los responsables del caos. Ciudad masoquista, arrodillada, ciega.

Como colombiana estremecida ante estas tragedias ,invito a los manizalitas, personas entrañables, trabajadoras, a reaccionar. A poner en la picota a sus gobernantes. Más de una semana sin agua. Diecisiete muertos y setenta desaparecidos no son hechos de poca monta. Son el resultado trágico de la desidia gubernamental. Son el resultado de muertes y catástrofes anunciadas, pero archivadas en medio de la politiquería y la corrupción. “Despierte el alma dormida. Avive el seso y despierte, contemplando, cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte, tan callando”, para citar el famoso poema español… A ver si vuelven a tener la sangre roja y reaccionan.

P.D. Me pregunto qué hubiera pasado con el proceso de paz y cómo hubiera cambiado la historia si el gobierno de César Gaviria, cuando ya pareciera que se vislumbraba una salida definitiva al conflicto y los alzados en armas habían tomado la decisión de deponerlas, culminando así los procesos de gobiernos anteriores, si a Gaviria y su equipo no se les hubiera ocurrido bombardear a mansalva, matreramente el 9 de diciembre de 1990, la sede del Secretariado de las Farc. Hecho aún no explicado satisfactoriamente, que mandó al diablo cualquier posibilidad de paz. A lo mejor no hubieran continuado estos ríos de sangre que siguen segando vidas. Hermanos contra hermanos. Cano, desgraciadamente, perdió una oportunidad histórica. Murió en su ley. Terco, enredado en sus fundamentalistas teorías. Paz en su tumba. Recomiendo el libro de Eduardo Pizarro Leongómez Las Farc: de guerrilla campesina a máquina de guerra. Para que no perdamos la memoria…

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