Pareciera que la Sala Penal de la Corte Suprema, en cuyo seno se albergan verdades absolutas, incontrovertibles, que condenan, absuelven, bendicen o lanzan al fuego eterno sin apelación posible, a los que Ellos, los Intocables, decidan, amenaza ahora con denuncias penales a periodistas cuando sus comentarios no rinden pleitesía al Supremo.
Me solidarizo con Cecilia Orozco, una de las amenazadas por la Santa Inquisición. Cecilia es una de las periodistas más verticales que tenemos en el país actualmente. Seria, frentera, valiente, al pan, pan y al vino, vino. Además de respaldarse siempre en fuentes confiables. No le tiene miedo a nada. Por eso mismo está ad portas de sanciones. Gracias a sus columnas de opinión, a sus reportajes, Colombia se ha enterado de tapados, ollas hediondas, componendas. Por eso quieren callarla.
Es inadmisible que se quiera recortar y condicionar la libertad de expresión. Que a punta de amenazas, tutelas, derechos de petición, nos quieran amordazar. Personalmente he tenido que enfrentar en varias ocasiones este tipo de intimidaciones. Hasta ahora ninguno de los demandantes ha logrado su propósito. Pero sé en carne propia la rabia e impotencia que se sienten cuando llega la citación de turno.
No al miedo de expresarnos libremente. No nos dejaremos intimidar, así vivamos en un país donde se asesinan periodistas, y otros tengan que tomar el camino del exilio.
Recordemos a Alfredo Molano, a Fabio Castillo, a León Valencia, entre otros. Toda mi solidaridad con Cecilia Orozco.
Necesitamos sus opiniones valerosas. Abajo las mordazas que los Supremos nos quieren imponer.
La libertad de expresión es sagrada. Gústeles o no les guste a los Intocables. No vamos a permitir que Colombia, en cuanto al periodismo se refiere, se convierta en otro Ecuador.
Posdata.
No tenía ni idea de que el casto procurador supiera tanto sobre las propiedades de la vaselina. ¡Las delicias de Freud!
Aunque viéndolo bien, al mandatario que más le metieron cosas a sus espaldas, no sé si con vaselina o no, fue al Ubérrimo. Si a Samper se le coló un elefante, al patrón del Ubérrimo se le coló la manada entera. Cosas de la globalización. La vaselina está de moda.