“Tenía la cabeza erguida, el cuerpo estirado como un hilo de humo, y una mente alucinada que vagaba, que volaba como tratando de alcanzar la perfecta locura... Nunca lo vi caminar acompañado. Era un eterno solitario cuya imagen, a lo lejos, semejaba un gran espanto. La auténtica estampa del Caballero de la triste figura”.
Así describe Juan Guillermo Valderrama Santamaría a uno de sus compañeros en el centro de rehabilitación para adictos, Comunidad Terapéutica de Medellín, centro que fundó Guillermo Restrepo en 1990 y funcionó hasta 2004... Una finca en Itagüí confiscada a narcotraficantes que la utilizaban como sitio de recreo, curiosamente al lado de la cárcel de máxima seguridad. “Unos encarcelados por vendernos su mercancía y nosotros recluidos al frente por comprársela...”.
Juan Guillermo, después de vivir el infierno del bazuco, las putas, el alcohol, de tirarse veinte años de su vida, tomó en serio su recuperación y, alentado por el maestro Jaime Jaramillo Escobar en los talleres de poesía y escritura de la Biblioteca Piloto de Medellín, pudo, como él mismo lo dice, “escribir este libro que es el resultado de mi salto del mundo de la droga al mundo del papel y las letras...”.
La verdad sin calzones es el título de su libro. De su recorrido por el submundo del hampa, la indigencia, las mentiras, la lujuria, la prostitución, el dolor, la vergüenza. Ese submundo donde todos los valores se pierden, donde la vida se parte en dos, partida, precisamente, en la primera bocanada de bazuco.
Libro que me topé por casualidad en una librería y que compré sin mayor expectativa, simplemente porque, como adicta, me gusta leer otros testimonios. Leyéndolos sigo descubriendo que, aunque los fondos sean diferentes y las circunstancias también, el camino es el mismo, y el destino último también. O la aceptación de la enfermedad y la derrota, de donde llegan las fuerzas para iniciar una nueva vida, enfrentándonos con nuestros propios fantasmas, o la locura, la cárcel, el suicidio o una muerte indigna y dolorosa.
Gran sorpresa al descubrir un escritor. De arriba a abajo. Juan Guillermo logra que, una vez iniciado, ¡no se pueda parar de leerlo! Casi como la droga. Con una honestidad a rajatabla, con un dolor y un valor únicos, y con un estilo que conjuga de manera impecable la sordidez con la ternura, el dolor con el humor, con la derrota y el triunfo. Nos lleva a su mundo, a su infierno, nos comparte la vida en la Comunidad y las historias de sus compañeros, ese viaje al interior de cada adicto, ese lento y doloroso aprendizaje para recorrer paso a paso el túnel oscuro y descubrir que al otro lado existe la luz.
“...El olor que abrazaba todo lo que estaba en esa pieza no quiero describirlo... Cada rincón de la casa era ocupado por demacrados cuerpos de parroquianos que nos reuníamos a consumir, unos como estatuas de hielo, otros en cuclillas, algunos caminando de pared a pared... Montículos de tierra aferrados al piso daban la sensación de tumbas de matas y macetas, cuya dignidad no les permitió cohabitar con tanta bajeza humana y prefirieron morir...”.
La verdad sin calzones, un libro para adictos, no adictos, adultos y jóvenes, hombres de poca fe o mujeres recatadas de rosario diario. Un libro que abre el telón y despoja de máscaras el submundo de los drogadictos y la esperanza, para los que quieren salir de los tratamientos de rehabilitación.
PD: Felicitaciones, Juan Guillermo Valderrama Santamaría. ¡Ojalá podamos conocernos algún día!
