
Escucha este artículo
Audio generado con IA de Google
0:00
/
0:00
Un libro extraño y único para mí. El pavo, el cormorán, el cuervo, la paloma, entre otras aves, han sido decisivas en la evolución y los cambios de nuestra historia. Nosotros, los humanos, tan pretenciosos, creyéndonos los reyes, y resulta que no es así. En este libro descubrimos nuestra historia a través de ellas.
Stephen Moss es un escritor naturalista, apasionado por las aves. Transcribo la solapa, literalmente: presentador y productor de programas de televisión sobre la vida salvaje, autor de más de treinta libros, columnista de The Guardian, Daily Mail, colaborador en la BBC y en la Universidad de Bath. Este libro, Diez aves que cambiaron el mundo, ha sido un éxito internacional.
Soy neófita en aves. Me fascinan los pelícanos, las golondrinas, los aguiluchos. Cuando visité Galápagos quedé enamorada del albatros y sus “alas de gigante que le impiden caminar”. Ver cómo se lanza desde la punta del acantilado hacia el mar es majestuoso. Amo a las marías mulatas con sus colas en forma de tijereta y a los búhos bebé.
Detesto y le tengo miedo a los loros. Me angustian los pájaros enjaulados. Recuerdo hace años, en una fiesta en Bogotá, un cóctel de esos de “dedo parado”. Subí las escaleras de la casona buscando el baño y encontré una habitación con varias jaulas. En un ataque de rabia mezclado con vodka, las abrí y también la ventana. Volaron todas. Nunca supe sus destinos, pero se fueron volando. Yo... mutis por el foro. No sé si los anfitriones también se tiraron por la ventana.
Vuelvo al libro. Leer cómo el pavo, tan feo, tan glugluteador, con esa cresta roja, se convirtió en el manjar mundial de la Navidad y en el plato obligatorio del Día de Acción de Gracias de los inmigrantes del Mayflower, quienes desembarcaron en Norteamérica (y acabaron con todos los indígenas). “Del humilde campesino hasta el señor/ el pavo humea en cada comedor”.
El cormorán guanay, esa ave marina anodina, tiene una historia que cambió la agricultura. Su excremento, o guano, blancuzco, la elevó a la categoría de “el ave de los mil millones de dólares”. Viven en colonias y habitan en remotos promontorios costeros del Perú o en islas volcánicas rocosas. Se aparean, fecundan y crían. Sus excrementos se convierten, a lo largo de los siglos, en una gruesa costra blanquecina de hasta 50 metros de espesor, formando el mejor fertilizante para la tierra. Una historia aterradora de codicia, esclavitud y tortura. El cormorán, con su plumaje bellísimo, inocente de que su mierda se convirtiera en muerte o riqueza, solo busca peces en el mar.
La paloma (a mí me parecen cucarachas con alas), famosa desde Noé, es símbolo de paz, mensajera en las guerras, representante de la virginidad, la mansedumbre, la inocencia. En cambio, el cuervo carga con historias terroríficas, salvajes, como mensajero de la muerte, pesadilla de niños desobedientes, precursor de tragedias. En el Arca de Noé, el cuervo —remember Allan Poe— se largó para no volver; la paloma regresó con una rama de olivo. Yo me quedo con el cuervo. Bello, brillante en su plumaje azabache, misterioso.
No tengo más espacio o caracteres. Pero el libro también cuenta las historias del dodo, los pinzones, el águila, las garzas, el pingüino emperador, el gorrión. Un libro fascinante que nos revela secretos y verdades sobre esos seres alados y su influencia en esta humanidad soberbia, ignorante y depredadora. Nosotros, que para poder volar necesitamos sentarnos en un avión.
