Leche derramada

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Aura Lucía Mera
22 de octubre de 2019 - 05:00 a. m.
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El próximo domingo se va a las urnas. O no se va. Se vota por las mismas roscas o se vota por caras nuevas y limpias. Se alcahuetea la corrupción o se trata de detenerla. Se apuesta por el cambio o se apoya la noria perenne. Se respalda a los caciques o se cambia de tribu.

Nadie obliga a nadie. Nadie impide la compraventa de votos por tamales o empanadas. Nadie puede garantizar transparencia. La ruleta es la misma. El olor a podrido conserva su mismo tufo.

Sin embargo, todavía quedan unos pocos días para reflexionar. Si es que somos capaces de hacerlo. De pensar en lo más conveniente para cada departamento y ciudad. De zafarse aunque sea momentáneamente de la polarización, los odios irracionales, los afectos personales, y detenernos un momento para caer en la cuenta de que está en nuestras manos, en cada uno de nosotros, decidir qué rumbo queremos para Colombia.

¿Seremos capaces? ¡No lo sé! La ambición por el poder es como una enfermedad que ciega la objetividad. Es una adicción incontrolable. El fin justifica los medios. La ética, la introspección y la objetividad pasan a segundo plano o desaparecen del todo. Lo importante es ganar, ganar a cualquier precio.

Pero depende de cada voto. Uno por uno. Cada voto cuenta. Cada colombiano mayor de edad tiene la libertad de escoger qué desea. Después no nos quejemos ni lloremos sobre la leche derramada. O salimos del charco putrefacto o nos hundimos más. No podemos culpar a nadie.

Cada peso que llega a una alcaldía o gobernación es sagrado. No pueden ser el botín de los funcionarios que aprovechan para robarse el erario. No puede seguir la misma historia que se repite y repite. Dineros de la educación, de la salud, de la niñez, desaparecidos en bolsillos de miserables que se roban sin pudor lo que no les pertenece. Porque saben de la impunidad reinante. Saben de sobra que jamás les sucederá nada, así sean mandos medios o superplumas blancas que despluman a su antojo.

Veremos el domingo cuáles caciques ladrones quedaron y cuántas caras cambiaron. La suerte ya está echada. ¡Que Dios reparta suerte y nos dé cordura para seguir adelante!

Posdata. Avianca les impone a las rutas Cali-Madrid y Madrid-Cali una aerolínea que se llama Wamos, dejando las rutas de Bogotá y Medellín con los Dreamliners. Estoy a punto de subirme a uno de esos para cruzar el charco. Ya nos dijeron que varias sillas no recuestan. Hace falta Efromovich. ¿No vamos a hacer nada?

El Gobierno Nacional no cumple sus compromisos de infraestructura vial con el Valle. ¿Hasta cuándo vamos a permitir los vallecaucanos que nos sigan tratando como les venga en gana? ¿Y Buenaventura qué? ¿Acaso no somos el único y principal puerto sobre el Pacífico? ¿Qué hacen nuestros HH. PP. por su región? ¿O se hacen elegir solo para la foto?

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