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¿Legalizar la muerte?

Aura Lucía Mera

06 de junio de 2011 - 06:00 p. m.

HACE MUCHOS AÑOS, EN UNA CONferencia en que Milton Friedman afirmaba la conveniencia de legalizar la droga, le rebatí diciéndole que "legalizar las drogas era legalizar la muerte".

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Con los años he cambiado de opinión. Me explico: veo que el consumo no solamente no ha disminuido, sino que ha aumentado en proporciones inimaginables. Los que buscábamos ayuda hace algunos años, éramos ya mayorcitos, y lo máximo que se consumía era alcohol, cocaína, basuco o bóxer. Las drogas sintéticas no existían y los menores de edad que consumían eran la rarísima excepción.

Actualmente, el consumo se globalizó y se salió de madre. Estados Unidos sigue en la negación del problema. No reconoce que su país es el mayor consumidor de estas sustancias. No persigue sus propios carteles. Jamás he leído ni escuchado que cayó el cartel de Texas, o el de Manhattan, o el de San Francisco.  Mejor dicho, ningún gringo está untado. Pero, misteriosamente, los cargamentos siguen burlando todos los radares, los puertos, los controles y las sustancias inundan más que el ‘Katrina’ el territorio norteamericano. Sin embargo, con su característica doble moral, el alcohol, que sigue siendo la droga líquida que más muertes produce en el mundo, sigue siendo legal. Lo mismo el tabaco. Por un lado van las prohibiciones de “fumar en publico” y por otro los negocios de las tabacaleras. El núcleo sigue siendo el mismo: “It’s money stupid”.

Mientras tanto los países latinoamericanos seguimos poniendo los muertos. Las Farc, las Auc, las bacrim  y todas las organizaciones criminales aprovecharon  para forrarse de dólares y financiar sus actos terroristas, el contrabando de armas y toda la podredumbre. Una cosa es el consumo .Otra la legalización del producto. El adicto es un enfermo. La OMS declaró la adicción como una enfermedad primaria, igual que la diabetes, hace casi 70 anos.

Sin embargo, ningún sistema de salud la considera como tal. El adicto al alcohol, la cocaína, el basuco o el éxtasis son considerados viciosos, desvergonzados, hampones peligrosos y degenerados. Las fundaciones e instituciones de rehabilitación se sostienen con las uñas y miradas de recelo, porque según la ignorancia general: “Allí se reciben degenerados y locos”.

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Si el joven, el marido, la mujer tiene cáncer, la sociedad y la familia se unen para dedicarle todo el tiempo, la energía y el dinero a su pronta recuperación. Se comparte la pena con las amistades y el entorno se solidariza. Si el personaje es un consumidor de drogas y alcohol, se esconde el problema como la lepra. Solamente cuando ya se sale de control y el adicto está muy mal se reconoce el problema. Las instituciones de salud se hacen las locas y no cubren ningún tratamiento y, por otra parte, la familia del adicto presume que éste debe ser gratis.

Latinoamérica tiene que unirse, para eso están los Unasures y otras instituciones que no sirven para nada, y formar un bloque con un enfoque diferente sobre el consumo y la comercialización de las drogas. Ya llevamos demasiados muertos para que sigamos detrás de las coordenadas USA sobre el problema. Estoy segura de que el día en que manejen todo el dinero que se les escurre de las manos, legalizarán todas las drogas. En el fondo les importa un comino quién la consuma. Milton Friedman parece que tuvo la razón...

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