¿Hasta qué punto a los medios de comunicación, y me refiero a editorialistas, columnistas, reporteros, buscadores de chivas y “rating”, diagramadores de títulos sensacionalistas que muchas veces no corresponden al contenido escrito, somos responsables de la polarización que vivimos, responsables de rotular a las personas como “buenas” o “malas”, minimizar proyectos importantes, revolver aguas enturbiándolas para vender?
Me entero de que Señal Colombia está preparando un programa sobre este tema, y creo que dará pie para que todos los que tenemos acceso a participar en estos medios, ya sean escritos o hablados, hagamos una introspección y reflexionemos hasta qué punto hemos caído en esta trampa.
Estoy de acuerdo con el planteamiento de Piedad Bonnett en su artículo de El Espectador titulado “Luces, cámara, acción”, sobre la “desmesura informativa... de la que se aprovechan políticos y figuras públicas, porque lo espectacular suele dar réditos”.
Estamos ad portas de un cambio profundo, de sentar bases y cimientos para iniciar una manera diferente de relacionarnos unos con otros, de poner fin a querer imponer nuestras ideas o a defenderlas a punta de sangre, a detener este mar rojo que a la larga no ha cambiado nada, sino que ha dejado millones de víctimas. Los ríos están cansados de recibir cuerpos inertes; la tierra de abrir sus entrañas para recibir en fosas comunes a los desaparecidos. ¡Basta ya!
Curiosamente, pareciera que son los grupos insurgentes y las víctimas las que están más dispuestas a dejar las armas y buscar una reconciliación, y los líderes políticos y la clase dirigente y privilegiada a atravesar las mulas muertas en el camino, y los medios nos encargamos de abonar esta polarización, dándole luces, cámara y acción a los atravesados.
¿Por qué oponerse a que las Farc entren en la contienda democrática y dejen las armas? ¿Es preferible seguir matándonos? ¿Iniciar una guerra civil para abonar más la tierra con la sangre de los campesinos? ¿Seremos el único país del mundo incapaz de vivir en paz? ¿Preferimos continuar y acrecentar la brecha entre los más ricos y los que no poseen nada? ¿Ganarán la mezquindad, el resentimiento, el odio y la ambición desmedida de los políticos?
Releo apartes de las respuestas de Svetlana Aleksiévich en una rueda de prensa en Barcelona, en la que cree que “la idea comunista volverá a nuestras vidas”, porque “cuando una sociedad se encuentra en una etapa de evolución de la conciencia llega al socialismo”, como lo ha visto en países como Suecia, Dinamarca y Holanda. “Por este motivo no podemos decir que el socialismo era una idea mala, lo que era malo era la versión rusa. Pensábamos que en los años 90 se marcharían los comunistas y vendría la libertad, pero se venció el monstruo del comunismo y ahora debemos vivir con las ratas que salieron de nuestra propia alma. El poder fue cogido por los ladrones que se repartieron la riqueza mientras la gente soñaba con el socialismo de rostro humano”.
No son las ideas, son los líderes que se apropian de ellas y las manipulan a su antojo. En Colombia, guerrilleros, políticos, empresarios y periodistas hemos cometido errores que han costado millones de víctimas, basándonos en premisas ideológicas que fuimos prostituyendo con el pasar de los años. ¿Por qué no volver a empezar?
Repito y machaco de nuevo: si no cambiamos nuestra manera de pensar, jamás podremos cambiar nuestra manera de actuar, y todos los colombianos merecemos una segunda oportunidad. ¡Los comunicadores tenemos una enorme responsabilidad!