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Lo que no fue dicho... y mucho más

Aura Lucía Mera
22 de noviembre de 2022 - 05:30 a. m.

Alegría. José Zuleta Ortiz ganó el Premio Nacional de Novela 2022 con Lo que no fue dicho, narración impecable sobre su extraña infancia, su viaje a Ítaca, “lleno de aventuras, lleno de experiencias”, sin temer “a los lestrigones ni a los cíclopes ni al airado Poseidón”, donde no tienen cabida el reproche, la amargura o la autocompasión.

Es un libro, en mi concepto, difícil de escribir, porque no cae en la sensiblería; al revés, contagia de pasión, vida y energía, casi como un realismo mágico individual, honesto, tierno, doloroso, divertido, crudo, nostálgico y salvaje.

El detonante fue el encuentro con su mamá después de 27 años. Ella lo buscó porque quería contarle su vida desde que “lo abandonó” cuando tenía tres años. Él también quería contarle la suya, pero la muerte lo impidió. Pepe se la cuenta, homenaje póstumo, en Lo que no fue dicho. Estoy segura de que esa mamá, lejana, extraña, que en un momento casi de delirio le confiesa: “Yo no los dejé, me los quitaron”, antes de caer en la inconciencia, ha recibido este relato y lo lleva en el corazón de su nueva dimensión.

Pero José Zuleta es mucho más que su Premio Nacional de Poesía en 2002 y el actual galardón. Su obra magna, aunque no la firme ni esté empastada, es haber creado Libertad Bajo Palabra, un programa de talleres de escritura en las cárceles que inició en 2006 en El Buen Pastor de Villanueva (Cali). Esta idea de Pepe se fue extendiendo por toda Colombia, con el apoyo irrestricto del Ministerio de Cultura y el Inpec a través de los años.

Se ha hecho talleres en Bogotá, Cómbita, Ibagué, Apartadó, Palmira, Villavicencio, Buenaventura, Cartagena, Barranquilla, Manizales, Popayán, Florencia, Envigado, por nombrar algunos ejemplos, llegando a tener una repercusión inmensa en la vida de los “habitantes de un país invisible que nadie quiere mirar”.

Es una labor titánica que ha cambiado vidas y actitudes, devuelto esperanzas, apaciguado rencores, iluminado oscuridades del alma, abierto la posibilidad de mirar hacia dentro y aceptarse. Una revolución total de la que no nos damos cuenta “los que estamos fuera”, porque “los de adentro, los encerrados”, ya no existen ni nos importan. Las familias con el tiempo se van alejando, los hijos crecen, los maridos y las esposas a lo mejor iniciaron una nueva vida, los amores y las promesas se esfumaron.

Se han realizado cientos de talleres en decenas ciudades, cada uno de 14 sesiones. Han asistido más de 4.000 reclusos y reclusas. El resultado ha sido recopilado en 12 libros llamados Fugas de tinta.

Es un trabajo de premio a toda una vida. Y Pepe continúa imparable, desbocado en su pasión por la palabra escrita, compartiéndola, cambiando vidas. Como le dijo su abuela Margarita: “No te repitas. Vive todo lo que puedas. No te repitas”.

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