“Qué hijos de una tal por cual / qué bestias / cómo decirlo de otro modo / cómo / qué dedo acusador es suficiente / qué anatema / qué llanto / qué palabra que no sea un insulto / serviría / no para conmoverlos / ni para convencerlos / ni para detenerlos. / Solo para decirlo”. Idea Vilariño
No quiero meterme en honduras politiqueras. No quiero seguir alimentando esta cascada de insultos, señalamientos, dedos acusadores, mensajes falsos, mensajes verdaderos, que si somos de izquierda o de derecha, que los pobres son de izquierda y los ricos malandrines de derecha… Me pregunto: ¿un zurdo es de derecha o de izquierda?
En mi vida, ya larga y movida, he presenciado tanta bajeza, tanto insulto rastrero, tanta vulgaridad, chabacanería, primitivismo, rabia desplazada, resentimiento. Gobernadores, alcaldes, concejales, élites y pueblo, de este lodazal no se salva nadie.
Según Margarita Rosa de Francisco, todos los periodistas son unos miserables. ¿Ella es periodista o actúa como periodista? Simple pregunta.
Verónica Alcocer, nuestra Evita colombiana, le arranca en plena marcha el micrófono a un “miserable”, escoge a un señor calvo con un parche en el ojo, representante del “pueblo”, y asumiendo que tiene un cáncer incurable lo reta a que denuncie a alguna EPS que lo está dejando morir. El escogido del pueblo responde: “Estoy en la marcha para que reconozcan mi pensión”. Ni enfermo ni nada. Evita Alcocer voltea la espalda y devuelve el micrófono.
Un político embajador (ex sin entregar el puesto) decide emborracharse, putear y amenazar al presidente y a la ambiciosa y “presidenciable” joven que le maneja la agenda, en un acto de bajeza inaceptable. El canciller asegura que el exembajador es un drogadicto. El ex sugiere que lo van a matar y se larga a ver un partido de fútbol allende el mar.
El presidente Petro, agarrando el micrófono, lanza un discurso digno de analizar palabra por palabra, atorado de rabia, de resentimiento, de mensajes dictatoriales y amenazantes salidos de sus entrañas, casi como si aventara espumarajos de perro con peste de rabia.
Creo que Colombia necesita un cambio, pero no un cambio a patadas saltándose todas las tranqueras con discursos mesiánicos y provocadores. A tarascazos no se hacen los cambios y ese “pueblo” que tanto adora Petro es el que va a salir estafado y engañado. Qué tristeza.
Siento en estos momentos que el país se está saliendo de madre porque se perdió el respeto, se perdió el debate inteligente, se esfumó la oposición pensante. Todos contra todos parece ser la consigna.
Presidente Gustavo Petro: con respeto le digo que todavía está a tiempo de enderezar el rumbo, retomar el timón, ejercer como estadista, rodearse bien, aprender a escuchar y apartar de su corazón esa soberbia torpe que lo ciega por momentos. Usted tiene las riendas y en su discurso de posesión sus planteamientos fueron claros y precisos. No sé en qué momento perdió las riendas y todo se convirtió en un despelote y desboque. Pare antes de que sea tarde y a este país lo arrase el vendaval.
P. D. ¿ La paz con el ELN será para 2025 y mientras tanto pueden seguir secuestrando y extorsionando? A otro perro con ese hueso. ¿Quién se traga el cuento?