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Los tres pilares

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Aura Lucía Mera
12 de agosto de 2014 - 12:39 a. m.
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Me gustó el discurso de posesión del presidente Santos. Claro. Directo. En lenguaje normal. Sin trémulos en la voz ni ademanes veintejulieros.

Naturalmente los “criticatodo” ya iniciaron su memorial de agravios. Que si no nombró la salud. Que no tiene listo el gabinete. Que ni siquiera se tomó un vaso de agua. Que el exrey se durmió. Que Benedetti jugó con su móvil. Que la reforma a la justicia. Que y que si que.

Personalmente, y sin ánimo de meterle polémica al asunto, creo que con los tres pilares que serán bandera en este cuatrienio se abarca, si todos ponemos nuestro grano de arena, la totalidad de la problemática del país. Paz, educación, equidad. Un espectro grande que recoge los demás temas.

Lo mínimo que podríamos hacer los colombianos es darle al presidente Santos la oportunidad de que inicie su segundo mandato. Hacerle un seguimiento objetivo a estas metas, y apoyar lo verdaderamente importante. No sé si es mucho pedir que por primera vez no nos dejemos llevar de la inmediatez, de la crítica a priori, de la jodetería per se, y tratar de comportarnos como ciudadanos unidos que sí queremos la paz, que sí creemos que en la educación está la verdadera revolución y que sólo bajo estas dos premisas cumplidas lograremos ir cerrando la brecha de la inequidad.

Creo que esto es más importante que dedicarle artículos enteros a “la señora Mechas vestida de azul” o a la falta de “paso militar”. Escuché la mayor parte de los comentarios en Caracol y realmente sentí vergüenza ajena por la frivolidad con que esta franja noticiosa cubrió el evento. Como si se tratara de la coronación de la señorita Yuca en el reinado de alguna vereda.

¿Será que los colombianos estamos condenados a la incapacidad de introspección? ¿A preguntarnos a nosotros mismos qué podemos hacer para ir construyendo un mejor país? ¿A apostarle a una vida sin violencia? ¿O es que somos la encarnación de Sísifo, destinados a subir la roca para dejarla caer una y otra vez?

Querámoslo reconocer o no, estamos en un punto crucial de nuestra historia. En un punto de no return, como los aviones. Nuestros descendientes jamás nos perdonarán que, por egoísmos, ambiciones politiqueras, rencores, afán de protagonismo, intolerancia e indiferencia, resultemos inferiores a nuestro compromiso histórico.

Los verdaderos enemigos no son las Farc. Es la ultraderecha, el paramilitarismo, representados por el expresidente Uribe y su combo de títeres que le obedecen como esos soldaditos de plomo y que están elegidos simplemente para eso. Sin derecho a chistar, mucho menos a pensar. Pienso en ellos como “El Guache y su Combo”. Me tranquiliza pensar que “a cada cerdo le llega su San Martín”...

P.D. A La Guajira se la han robado centenares de veces... Como al Chocó, a Buenaventura, a Tumaco. No es falta de presencia estatal, es la presencia continua de políticos corruptos durante décadas. Recuerdo que fui hace varios años y sentí la sed, la desolación, el hambre. Kilómetros de desierto llenos de arbustos espinosos enredados en bolsas de basura azul y desperdicios. El dinero se quedaba en los bolsillos de los mismos. Y las etnias deambulaban su eterno peregrinar.

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