Cali. Noveno piso del Hotel Intercontinental. Conversatorio sobre la “Importancia internacional del proceso de paz en Colombia y su verificación”. Pepe Mujica y Felipe González, los escogidos. El Valle del Cauca y Cali, departamento y ciudad, oficialmente nombrados como abanderados del posconflicto. Reto importante. Responsabilidad de todos. Oportunidad única. Empresarios. Periodistas. Exgobernantes. Gobernadora. Alcalde. Ministros. Cúpula de las Farc. Autoridades eclesiásticas. Invitados especiales.
Por primera vez, Cali recibía estos huéspedes de trascendental importancia para el momento en que vivimos. Encuentro respetuoso. Cordial. Sin palabrería chatarra. Sin promesas incumplibles. Sin acusaciones. Evento austero y sólido. Reflexiones de fondo. Llamado a la cordura y a la colaboración de todos los estamentos para ayudar a construir esa paz tan soñada y tan esquiva, tan torpedeada y polarizada.
La Fundación Paz y Reconciliación, en cabeza de León Valencia, destacó la importancia de hacer el seguimiento continuo del Acuerdo de La Habana, enfatizando que el posconflicto es una responsabilidad regional y local y que la verdadera paz la tenemos que construir entre todos... que la paz no es la ausencia del conflicto, sino la reconstrucción de los tejidos sociales; ayudar a construir el puente entre el conflicto y el posconflicto, y ayudar a construir una sociedad en la que las diferencias ideológicas se arreglan con diálogos y no con balas.
Iván Márquez recalcó la importancia de que todos los colombianos interioricen que la paz es de todos: campesinos, académicos, empresarios, desplazados, jóvenes, adultos, y que el Acuerdo de Paz han despertado la esperanza y “lo acordado es para cumplirlo”.
Francisco Piedrahíta, rector de la Universidad Icesi, fue el moderador del conversatorio entre Pepe Mujica y Felipe González, designados como verificadores internacionales de este proceso. Felipe González destacó su compromiso con la paz desde “el gobierno de Belisario Betancur”: “Siempre he trabajado por la paz en Colombia. Por eso estoy aquí. Este Acuerdo es el que hay. Hay que conseguir que la opinión pública gane esta batalla. Hay que trabajar por la cultura de la paz. Existe desgraciadamente un gran desequilibrio por la polarización y el período preelectoral. La batalla será larga, pero vale la pena darla”.
Mujica enfatizó, con esa voz profunda que le sale del corazón, que “es el pueblo, ese pueblo corriente, el que tiene el derecho a ser feliz. No es poca cosa lo que está en juego. El hombre de la calle es la fuerza definitoria. Sin los Sancho Panza de la humanidad es imposible construir nada. Yo también llevo mi mochila de dolor a cuestas. Miro mi mochila, pero no la revuelvo; miro hacia adelante. No soy ningún héroe. En mi época de guerrillero me cogieron y encarcelaron, pero porque no fui capaz de correr más rápido. Todos podemos construir la paz. Lo digo con la autoridad de un ciudadano que quiso cambiar el mundo con un fusil... y aquí me ven. No somos entes aislados, somos gregarios y tenemos que vivir en sociedad. Luchemos por este intento de vivir mejor. Las Farc también abandonan la guerra con la incertidumbre de poder vivir en paz. La paz no es de izquierda o de derechas o de centro. Es un derecho individual”.
Al final tuve la oportunidad que jamás imaginé. El momento de mirarnos a los ojos, darnos la mano y un abrazo con “los enemigos legendarios”, y afirmar que estamos unidos para trabajar por la paz. Para lograrla se necesita unir los esfuerzos público-privados. Como afirmó Felipe González: hay que apostarle a la paz posible. Y todos tenemos que colaborar.
Los invito, día a día, a marchar hacia adelante, dejando atrás, para la historia, ese pasado de dolor, esos odios, esas polarizaciones. Nos estamos jugando la nueva historia de Colombia y de millones de seres que ya están y que llegarán en nuevas generaciones. ¿Seremos inferiores a este reto que lo único que busca es una vida mejor?