Como afirma Manuel Vilas en un artículo para El País de España titulado “Las bailarinas”: “Cientos de libros excepcionales no serán leídos nunca por seres humanos excepcionales. Por eso me sonrío cuando los editores de revistas, o de periódicos, o de libros, me piden textos inéditos. Pienso: Cervantes es un escritor inédito para el 90 % de los españoles. Toda la historia de la literatura está inédita para millones y millones de seres humanos que no leen”.
Traigo esto a colación porque no entiendo el zafarrancho que se ha formado alrededor del proyecto de llevar Cien años de soledad a Netflix. Dejémonos de vainas y de ser puristas, y como se dice en los pueblos españoles, refrán ordinario pero contundente: “No te hagas el estrecho, que te cabe un piano”.
Si no fuera por las obras de teatro, las películas, los cómics, cuántos millones jamás hubieran conocido quién era el Quijote, y mucho menos la vida de Jesús, a quien hemos visto en todas las versiones, de barba, feo, moreno, de ojos azules, machote y pescador, fino e inconsútil… O cuántos sabríamos de verdad quién fue Moisés furioso, estrellando las tablas de la ley.
Personalmente, muero de la ilusión y expectativa de ver cómo miles y miles de mariposas amarillas llenarán las pantallas y nos iluminarán con sus alas… Y ni qué decir, palpito por ver a Remedios la Bella ascendiendo al cielo o la casa de Úrsula llena de papelitos para que no se olvide que una mesa es una mesa… O espiar a Melquíades elaborando sus pescaditos de oro… ¡Qué magia! Al fin Cien años tendrá otra oportunidad sobre la tierra. Así, hasta María Fernanda Cabal podrá creer en la Masacre de las Bananeras y cuando mire las imágenes en colores perdonará a Gabo y lo sacará de las llamas eternas.
Estas nuevas generaciones no leerán jamás Cien años de soledad. Hablarán de Gabo y de su Premio Nobel porque su obra es tema obligado en los colegios, pero en sus casas la Capitana Marvel derrota cualquier intento literario. Así como pasó con José Eustasio Rivera o Jorge Isaacs, son las pantallas las que conservaron sus obras. No sus libros que permanecen apolillados en bibliotecas públicas.
Felicito a Mercedes Barcha y a sus hijos. Netflix llevará la magia de Macondo a todos los hogares. Se meterá José Arcadio a las habitaciones sin ningún pudor. Y Aureliano nos sacará lágrimas de dolor cuando ante el pelotón de fusilamiento recuerde el día en que su padre le llevó a conocer el hielo.
Aracataca verá en imágenes a Macondo y sabrá al fin por qué pasó a la inmortalidad. Esa epopeya del “pueblo olvidado”, como canta el vallenato. Adolescentes se contagiarán de esa magia narrativa que nos cuenta nuestra tragedia como país y suplica por otra oportunidad sobre la tierra.
Cuándo dejaremos de ser tan puristas. Tan intransigentes. Tan estrechos (con o sin piano). Los reto a hacer una encuesta, porque los plebiscitos están siempre amañados, y se sorprenderán de los miles y miles de personas que jamás han leído ni leerán Cien años de soledad. ¡Esta es la oportunidad para que la estirpe de los Buendía irrumpa en todos los rincones del planeta y como un tsunami envuelva los corazones de todos los que tendrán oportunidad de ver la serie!
P.D. Felicitaciones, Juan Gabriel Vásquez. El Booker Prize son palabras mayores. Te has ganado esa nominación letra por letra, palabra a palabra, frase a frase, cadencia a cadencia. Chapeau!