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Iniciamos la semana anterior con la pérdida de Ublime. Quién sabe si Shakira lo encontró. También buscan a 'Dolores'.
En todo caso, la letra de nuestro Himno Nacional es tan cursi, que da lo mismo ‘Ublime’ que ‘sublime’, y los surcos de dolores o la búsqueda de la misma. No sé en qué estaba pensando Rafael Núñez cuando decidió escribir semejantes estrofas, en que una virgen zamarrea sus cabellos, un soldado vuela en átomos, y finaliza con “el que murió en la cruz”... Que, a propósito y sin ánimo de ofender, le gritan “Oleee”, cuando lo cantan en las plazas de toros. Así como su música emociona y sus acordes ‘erizan’ al estilo Revertrex, sus estrofas, colgando viudas de un ciprés son de esconder. A lo mejor Shakira, quien entonó el himno con los ojos cerrados y recogida como una monja, lo que trató fue de mejorarlo.
Nunca se sabe. Hay que perdonarle la vida. Además, ella está bien para contoneos, gorgojeos, movimientos pélvicos y moñitos con la boca. Se equivocaron los organizadores de la Cumbre en encargarle semejante tarea vocal.
También perdieron sus empleos los desaforados agentes del Servicio Secreto, más ocupados buscando orgías que pensando en que a Obama le podría pasar algo... Para eso le sirve Cartagena a cientos de canadienses, gringos de blusa con palmeras, y otras perlas extranjeras: para satisfacer sus deseos sexuales, al mejor estilo de la Cuba de Batista. No importa la pérdida de la inocencia de muchas niñas, ni el negocio que rodea estas actividades; si no es por la pérdida de investidura de los intocables, nadie se hubiera inmutado.
Perdimos el gusto al ofrecerle a los ilustres visitantes platos que nada tenían que ver con nuestra cultura gastronómica. Me perdonan los gourmets, pero nada más salido de tono que un salmón en pleno trópico, y una mousse au chocolat... Eso es lo que me han contado. No me consta. Perdimos la oportunidad de comentarios de analistas políticos, y las cadenas de televisión nos transmitieron en formato de reinado de belleza. Mucho más importante los atuendos de las primeras y las guayaberas de los mandatarios, muchos de ellos ya barrigones y con la cintura donde sabemos, que los temas a tratar. Pero para eso Colombia es pasión.
Perdimos con el TLC en asuntos de carne y leche. Nos tocará empezar a deglutir los restos de los pollos que no se comen en EE.UU. Toda la razón tiene José Félix Lafaurie, quien, ese sí con pasión verdadera, defiende su gremio. Nuestro ganado no será competitivo. Y la leche tampoco. Los pollos despresados nos llenarán de hormonas que a su turno aumentarán el colesterol y otras enfermedades non sanctas y con ello las ganancias de las industrias farmacéuticas made in USA.
Perdimos El Tiempo. Da tristeza verlo en manos de un banquero. Conste que no tengo nada personal contra Sarmiento Angulo. Pero sí preocupa que sea el dueño de El Tiempo, de medio departamento del Meta, de las construcciones, de los bancos y de todo lo que se le antoje.
Perdimos al general Óscar Naranjo. Esto sí me parece catastrófico. Es como perder una figura paterna, confiable, recta y amable. Ojalá no se desvincule del servicio a su país. Lo necesitamos de verdad. Perdimos a Juan Manuel Ospina en Incoder. Perdimos a Ibáñez en las altas cortes.
Ahora vienen las pérdidas del invierno. Menos mal que no tenemos rey ni elefantes. Pero contamos con los narcohipopotamos. Se lo deberíamos hacer saber a su majestad.
